Capítulo 2: División.

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El segundo ciclo en el colegio estaba comenzando de una forma sumamente estresante para mí. Creo que la adolescencia es la pesadilla de todos los padres en general, es la etapa en la que se preparan, para todo el tipo de estupideces que un joven buscando su identidad, puede provocar. Existen un sinfín de casos en donde a los adolescentes los hacen ver como una manada de idiotas, con las hormonas hasta el tope, como si lo único que buscaran fuesen drogas, sexo o suicidarse. Aunque en muchos casos puede ser verdad, la adolescencia no significa eso. Al menos para mí, la adolescencia me enseñó mucho más de lo que mis padres pensaban. En un principio parecía aterrador, luego se volvería como si vomitara todos los principios que me habían inculcado y que yo también había acuñado desde pequeño, directo en el escusado, solo para después bajar la palanca.

Cada día en la escuela, conforme la confianza de Axel se acrecentaba, era menos la capacidad que tenía para ocultar mis gustos y mi forma más íntima de ser frente a él, eso es lo que pasa cada que se conoce a alguien nuevo y comienzan a ser amigos, eso supongo. No vamos y les decimos que nuestra familia esta hecha un carajo o algo por el estilo, sino que nos desenvolvemos poco a poco. Lo peor de todo es que Axel ya se había dado cuenta por sí solo, que su presencia me ponía nervioso y él parecía disfrutar de ello.

Axel era un chico demasiado hiperactivo, antes de que se mudaran a Phoenix; su familia y él, vivían en Jonesboro, Arkansas. Si, en el mismo estado que Camila. Solo que Jonesboro es una ciudad ubicada en el condado de Craighead. Su familia se dedicaba al cultivo de arroz y soya, eso hasta que tuvieron que mudarse por problemas, según Axel de extorciones. Una jodida banda de criminales intento secuestrar a uno de sus familiares, esto se suscitó debido a que ganaban muy bien con sus cultivos y ventas. Lo que llevó a su familia a vender parte de sus tierras y mudarse la gran mayoría de ellos a Phoenix. Si bien Axel tuvo una infancia agradable, sin muchas complicaciones y nacido dentro de un matrimonio ejemplar, que les daba estudios a sus hijos, los enseñaba a trabajar y los llevaba a la iglesia todos los domingos. La actitud de él no se comparaba con lo que sus padres le enseñaban. Lo último no me sorprendía, reitero que los jóvenes buscan su propia identidad, no importa cuánto los padres se encarguen de moldearlos a su imagen y semejanza, nunca seremos exactamente lo que ellos quieren. Cada uno aprende de la vida y de sus experiencias; y conserva lo que cree será importante para uno mismo.

En varias ocasiones, durante las clases, Axel aprovechaba que no podía negarme a ayudarlo y me pedía que lo ayudara en varios trabajos de la escuela.

―Oye Bas, ¿Crees que puedas pasarme la tarea de ayer? ―ahora Axel me decía Bas.

Ese tipo de cosas eran las que siempre me daban razones para no abrirme por completo frente a Axel, pero no podía negarme al verle la cara.

―Claro Axel, yo te la paso ―le respondí con voz tierna.

― ¡Gracias! ―sonrió pícaramente.

Will notaba las intenciones de Axel, y me aconsejaba que no debía dejar que se aprovechara excesivamente de mí. En ese entonces no era consciente de eso.

―Realmente no entiendo si en verdad ayudas a Axel porque eres buena persona o porque te gusta demasiado. Lo cual es extraño porque esa noche que conociste a Camila parecía como si te gustara también. Así que no entiendo que piensas o sientes ahora, pero de algo estoy seguro, no estas ayudando al imbécil de Ax ―dijo con seriedad y un poco de celos.

―Tranquilo Will, solo trato de ser amable con él. Hemos estado en el ciclo escolar por varios meses y prácticamente, él es quien se ha acercado a nosotros. Además, no puedes quejarte si tú fuiste quien nos hizo sentarnos a él y a mi juntos a propósito. ¿Acaso ya lo olvidaste? ―dije con voz suave porque Axel estaba platicando con otros compañeros en la puerta del salón.

El día más oscuro del alma Donde viven las historias. Descúbrelo ahora