¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
A ti te quedé grande por eso estás con una igualita que tú.
Taeyong bloqueó su celular y se soltó a llorar como por onceava vez durante ese fin de semana. No entendía que había hecho mal, su novio lo dejó por alguien que según "estaba dentro de sus estándares" y obviamente con mucha más popularidad que el, sus compañeros de la universidad en vez de apoyarlo se dedicaron a juzgar sus acciones y decirle una y otra vez lo mal novio que podía llegar a ser si seguía con sus temas de ser una persona que iba a lo contrario de lo ya establecido por la sociedad.
Odiaban sus tatuajes y sus perforaciones, decían que le hacía ver cómo si fuese un criminal recién salido de la cárcel. También odiaban la manera en la que se tenía el cabello de varios colores solo porque se le hacía entretenido.
Amaba como se veía hasta que las personas a su alrededor empezaron a juzgar hasta como respiraba. Y tal vez era su culpa por dejar que las palabras de los otros afectaran hasta ese punto dentro de su ser.
—Estúpido —sollozó. —Tienes que ir al trabajo en menos de una hora, no puedes seguir llorando.
También estaba comenzando a aborrecer las redes sociales, su ex pareja no dejaba de subir fotos con su nuevo novio, presumiendo lo hermoso que era y lo mucho que le encantaba que fuese un chico "al natural" sin ninguna modificación en su cuerpo con tal de verse más bonito. Le sorprendía lo mentirosos que podían llegar a ser los hombres, anteriormente el solía decirle que amaba demasiado sus tatuajes porque se le veían bonitos cuando hacían otro tipo de cosas.
¿Por qué estaba quedando el como el malo? Si fue su ex novio quien lo engañó y lo dejó de la nada cuando más lo estaba necesitando. Claramente el no era su psicólogo, sin embargo, lo consideraba como esa persona que le debía de apoyar en sus momentos difíciles.
Debió de suponerlo cuando comenzó a comportarse mal con el por cualquier acción, o incluso cuando le dijo que ya no quería almorzar a su lado porque las personas se le quedaban viendo feo.
Le dejó pasar muchas cosas, menos que metiera a otros tipos a su departamento.
Volvió a maldecir en su nombre cuando se dió cuenta de que no podía concentrarse en su trabajo por estar pensando de más, ya había confundido los pedidos dos veces, una más y su gerente le iba a llamar la atención. No tenía tanta energía social como para soportar un regaño de alguien que se creía superior solo por llevar un papel con el título de gerente.
Rápidamente entregó los pedidos a todas las personas que se habían formado y les ofreció una sonrisa para que se llevaran una buena impresión de él, aunque una abuelita lo vió mal y pudo jurar que escuchó que le llamó criminal en voz baja.
—Dame algo con chocolate, necesito fuerzas.
Una risa se escapó de sus labios al escuchar los quejidos de su mejor amigo y se puso manos a la obra, terminando el pedido justo cuando su hora de comida comenzaba.
