Parte 1

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Corrías sin parar. Ibas a toda prisa. Sentías el aire entrar y salir de tu cuerpo. Te dolían los pulmones por la fuerza que hacías al intentar respirar. Sentías tus piernas arder cada vez que tus pies chocaban contra el piso con cada pisada. El sudor se pegaba a tu frente.


La noche era oscura, así que no veías bien tu camino. Las ramas de los árboles en aquel bosque te cortaban la piel cuando las rozabas al pasar. Tu corazón palpitaba con furia en tu pecho, en tus oídos, en tus cienes.


"¿Cuándo se acabaría?" te preguntabas a ti misma. "¿Cuándo me detendría?". Pero no podías detenerte. Sabías que si lo hacías tu cuerpo no volvería a cobrar la misma fuerza al correr y eso te pondría en peligro. "Si tan solo encontrara una carretea, ciudad, pueblo, casa... algo. Alguien que pudiera ayudarme".

Continuaste corriendo hasta que el suelo dejó de ser tierra y se conviertió en millones de piedras. Habías llegado a un río. No había escapatoria. ¿Pero de qué corrías? Viste el reflejo de la luna en el agua y pensaste en beber un poco. Tu boca salivaba.


"¡NO!". Te disponías a correr por todo el borde. En algún lugar tenía que acabar. Pero escuchaste algo detrás de ti. Algo se movía.

Despertaste con un grito.


***

Las últimas semanas habías tenido pesadillas. Siempre corrías de algo. ¿Pero de qué? Siempre despertabas con un grito. Habías comenzado a temerle a dormir. Trabajabas hasta tarde siempre, prolongando la hora del sueño.

Pero esa noche algo era diferente. Todo tu cuerpo ardía por la fuerza. Era como si en realidad hubieras estado corriendo. Te ardían las piernas y los pulmones. Tu corazón palpitaba con fuerza, sentías como se acompasaba su ritmo luego del ejercicio.


Te levantaste y fuiste al baño. Cuando te miraste en el espejo, viste el sudor en tu cara. Entonces, te fijaste en las marcas rojas de tus brazos, allí donde las ramas de los árboles de cortaban. Solo tenías el área enrojecida, en realidad no sangrabas como en tus sueños. No había sangre ni rasguños, pero de todas formas te asustaste.


Te metiste de prisa a la ducha y sentiste el agua fría correr por tu cuerpo. Eso te calmó un poco. Cuando saliste y te vestiste alguien toco a tu puerta. Miraste la hora, eran pasadas las 2:30 de la mañana. ¿Quién podría ser a esas horas?

Tocaron por segunda vez con insitencia. Pensaste en no abrir, pero te aterraba aún más. "¿Y si llamo a la policía?"


Tocaron por tercera vez. No querías preguntar quién era. "Mejor que piense que no hay nadie en casa".


-Abre la puerta, TN. Se que estás ahí- dijo una voz masculina. "CONOCE MI NOMBRE".


Abriste con cautela, pero el hombre empujó la puerta con fuerza y la cerró de prisa, quedando contigo adentro del apartamento.


Imagina con KyuhyunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora