PRÓLOGO

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En el verano de 1987, la pequeña ciudad de Derry, Maine, no parecía tan diferente de cualquier otro lugar.
Calles tranquilas, casas antiguas con jardines cuidados, y un río que cruzaba el pueblo como una cicatriz en la piel de la tierra. Para algunos, Derry era un lugar pintoresco y acogedor, pero para Lyron, recién llegado a sus trece años, la ciudad era una caja cerrada llena de secretos, tanto de los suyos como de los que flotaban en el aire pesado y húmedo de su nuevo hogar.

Había llegado a Derry con su hermana mayor, Alice, después de la muerte de sus padres en un accidente automovilístico. El impacto aún lo sacudía por dentro como un golpe de karate mal dado, pero lo que más lo afectaba era la sensación de abandono. Alice, con sus veinte años, no era exactamente maternal. Ella había encontrado un trabajo como empleada en un cine local, y aunque se esforzaba por cuidar de él, estaba distraída la mayor parte del tiempo. Especialmente desde que conoció a Chad, su novio. Lyron no soportaba a Chad. Había algo en la arrogancia de sus sonrisas y el tono ridículo de su voz que lo irritaba profundamente. Cada vez que Chad aparecía en la casa, Lyron sentía un nudo en el estómago, como si su sola presencia fuera suficiente para arruinarle el día.

La casa en la que vivían no era suya. Era de su abuela, una mujer anciana que a veces olvidaba cosas importantes como su propio nombre o la diferencia entre Lyron y su difunto hijo. La casa era grande, de madera, con el crujido constante de los suelos bajo sus pies y el olor a moho que parecía haberse impregnado en las paredes desde hacía décadas. La abuela los dejaba vivir allí casi por lástima, pero en realidad no les prestaba mucha atención, absorta en su propio mundo de recuerdos.

A pesar de las circunstancias, Lyron había encontrado en Derry una pequeña chispa de consuelo. Practicaba karate desde que tenía seis años, y no dejó que el cambio de pueblo le arrebatara eso. Cada tarde después de la escuela, se dirigía a un lugar donde el solo conocía, donde encontraba algo de paz en el control preciso de sus movimientos y la disciplina que el arte marcial le ofrecía. El karate era su escape, su manera de sentir que aún podía tener el control de algo en su vida, aunque fuera solo de su propio cuerpo.

Además del karate, Lyron tenía otro trabajo: limpiaba casas. Pero no cualquier casa. Las que él limpiaba pertenecían a la gente más adinerada de Derry. "Los millonarios". Entrar a esos hogares perfectamente decorados y ordenar los espacios que jamás serían suyos era agridulce. Pero también le daba una sensación extraña de poder: sabía cómo vivía la gente que nunca lo vería como uno de ellos, conocía los rincones oscuros de sus vidas que ni siquiera ellos conocían. Había aprendido a moverse como una sombra, invisible entre los objetos de lujo.

Si bien sus días estaban llenos de silencios incómodos, había una persona en Derry que le hacía sentir que no estaba solo. Beverly. Se habían conocido unos meses después de su llegada, en 1987, y desde entonces se volvieron inseparables. Beverly era diferente. No le importaban las apariencias ni los rumores del pueblo, y a Lyron le encantaba eso de ella. Fue la primera persona a la que le confesó su secreto más profundo: que era gay. Lo hizo una tarde, mientras ambos se tumbaban antigua madera de su habitación, mientras la radio sonaba con cualquier tipo de música. El miedo a que ella lo juzgara casi lo paralizó, pero su respuesta fue simple y directa: "Está bien, yo ya lo sabía". Y con esa frase, el peso que había llevado consigo por años desapareció, al menos por un rato.

Lyron sabía que su vida en Derry no sería fácil. Con una hermana ausente, una abuela cada vez más desconectada de la realidad y un pueblo que guardaba sus propios secretos en cada esquina, su camino estaría lleno de desafíos. Pero con el karate en su cuerpo y Beverly a su lado, sentía que, tal vez, solo tal vez, podría encontrar su propio lugar en un mundo que a veces parecía no tener espacio para alguien como él...

























































El no tenía ni la más mínima idea de lo que se vendría más adelante.




































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NOTA: Honestamente me re había olvidado que tenía que actualizar está historia pero en fin, acá el prólogo JSJAJA

PD: en este fic los personajes tienen al rededor de 15/16, en la película tienen entre 12/13 así que se me va a hacer más cómodo cambiando las edades.

𝗚𝗜𝗥𝗟𝗦 𝗔𝗥𝗘 𝗡𝗢𝗧 𝗠𝗬 𝗧𝗬𝗣𝗘 [R.Tozier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora