XIV

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T/N

A la salida del basurero, tropezamos con un camión de remolque tan desvencijado que parecía que también lo hubiesen dejado allí como chatarra. Pero el motor arrancó y tenía el depósito casi lleno, así que decidimos tomarlo prestado.

Thalia conducía, pues parecía menos aturdida que los demás.

"Los guerreros-esqueleto aún andan por ahí." nos recordó "Debemos seguir adelante."

Avanzamos por el desierto bajo un cielo azul. La arena brillaba de tal modo que no podías ni mirarla. Zoë iba en la cabina con Thalia; Percy, Grover y yo, en la caja, apoyados en el cabrestante. El aire era caliente y seco, pero el buen tiempo parecía un insulto después de perder a Bianca.

Llevaba apretada en la mano la figurita que le había costado la vida. Aún no tenía claro qué dios se suponía que era. Nico lo sabría.

¡Dioses...! ¿Cómo iba a decirle a Nico?

Quería creer que Bianca seguía viva en alguna parte. Pero tenía el horrible presentimiento de que había desaparecido para siempre.

"Tendría que haberme tocado a mí." dije "Tendría que haberme metido yo en el gigante. Era mi idea."

"¡No digas eso!" dijo Grover, alarmado "Bastante terrible es que hayamos perdido a Annabeth. Y ahora a Bianca. ¿Crees que podría resistirlo?" Se sorbió la nariz "¿Cómo seguiría viviendo sin mis dos mejores amigas?"

"Grover..." no me salían las palabras.

Se secó los ojos con un pañuelo grasiento que le manchó la cara, como si llevara pinturas de guerra.

"Estoy... bien."

Pero no lo estaba. Desde lo sucedido en Nuevo México con aquel viento salvaje que había soplado de repente, se lo veía más frágil y sentimental que de costumbre. No me atrevía a hablar de ello, porque igual empezaba a sollozar.

Tener un amigo que pierde la calma más fácilmente que uno no deja de ofrecer una ventaja. Comprendí que no podía continuar deprimida. Tenía que dejar de pensar en Bianca y espolear a los demás, como hacía Thalia. 

Abracé a Grover fuertemente y él me devolvió el gesto.

Percy se nos unió y nos quedamos así un rato.

***

Se nos acabó el depósito a la entrada de un cañón. Tampoco importaba, porque la carretera terminaba allí.

Thalia se bajó y cerró de un portazo. En el acto, reventó un neumático.

"Estupendo. ¿Y qué más?"

Escudriñé el horizonte. No había mucho que ver. Desierto en todas direcciones y, aquí y allá, algún grupito de montañas peladas y estériles. El cañón era lo único interesante. El río en sí mismo no era gran cosa: tendría unos quince metros de anchura y unos cuantos rápidos, pero había abierto una garganta muy profunda en mitad del desierto. Los riscos se precipitaban vertiginosamente a nuestros pies.

"Hay un camino." señaló Grover "Podemos bajar al río."

Estiré el cuello para ver a qué se refería y descubrí por fin un saliente diminuto que bajaba serpenteando.

"Eso es un camino de cabras." dijo Percy.

"¿Y qué?" preguntó él.

"Que los demás no somos cabras." aclaré.

"Podemos hacerlo. Me parece a mí."

Zoë no dijo nada, estaba absorta en sus propios pensamientos. Thalia tampoco habló pero miraba a Grover con la cara pálida. Algo le pasaba. 

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ᴍᴀʟᴅɪᴄɪᴏ́ɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora