1. He perdido mi cordura en la curva de tu cintura

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Cupido me ha flechado,la riqueza me da igual

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Cupido me ha flechado,
la riqueza me da igual.
Solo ha de consolarme
mi marino audaz jovial.

🌊

Entre los navíos, corría el rumor de criaturas vistas solo por piratas. Mágicas doncellas de piel escamosa y belleza matadora —literalmente— eran los adjetivos que muchos marinos solían usar. Por supuesto, a la corona española no pareció agradarle tan falacia y decidió mandar a colgar a cada hombre que pronunciará la palabra sirena en su presencia o su reino.

Si bien los andrajozos piratas ya eran odiados por sus terribles hábitos, el rechazo se extendió hacia los mares, donde muchos de ellos navegan sin inhibición, robando y saqueando el botín de condes, reyes y políticos. No se detuvo ahí, para los más aficionados a la caza de animales marinos muy especiales, el rumor se extendió a sus tierras y muchos de ellos se aventuraron al mar en busca de las preciosas criaturas que aparentemente rondaban por las islas de las Malvinas. Esto trajo consigo batallas y barcos encayados en el fondo del océano, muchos piratas sentían su territorio invadido y asesinaban a diestra y siniestra. Quizá algunos aún dudaban de la existencia de tales seres míticos, quizá solo temían encontrar a la criatura que resguarda gran parte del océano Atlántico pero de cualquier manera, hubo un pirata que sacó provecho de ello.

Jeon Jungkook, joven hombre hijo del mar, navega un precioso barco de velas negras y una tripulación de tipos de dudosa procedencia. La bandera lleva pintada la calavera que indica los orígenes de la tripulación que lleva el precioso navío, que ondea en el aire y se alza orgullosa en el mástil.

Él fue hijo de un pirata, un gran hombre que murió al caerle el disparo de un cañón. Desde pequeño tuvo ese apego con las aguas y las cosas bellas y brillantes, ¡Oh, el oro y la plata! ¿Que otra cosa podría ser más bello y brillante que eso? Jungkook sabía que no encontraría algo mejor o siguiera parecido a todos los botines que había robado, ni las pinturas de grandes artistas que habían saqueado por mero capricho.

Dejando de lado sus más grandes anhelos, Jungkook subió las escaleras que conducían al timón del barco, su preciosa Elea. El primer oficial al mando, agitó el brazo en una reverencia y sonrió; el diente chueco y de oro mazizo resplandeciendo.

—¡Mi capitán, que sorpresa! —exclamó

—¿Cómo van las cosas, Jimin? ¿Fijaste el nuevo curso? —pregunta el capitán, acercando sus ojos al mapa extendido sobre la mesa. El primer oficial tranco el timón y se dió la vuelta, haciendo lo mismo.

—Directo a América, capitán. Las Malvinas nos esperan.

—Excelente.

Y como todo buen marino, Jungkook consiguió conquistar a más barcos piratas que cualquier otro. Había robado y saqueado, herido y burlado a la nobleza tantas veces que su nombre y rostro aparecían en cada puerto en el que debían desembarcar. Su apellido hacia eco en cada isla, cada país y continente en cuatro de los siete mares. Era por ello qué, decidido a probar que ninguna criatura era tan difícil de atrapar para un pirata, había reclutado a más hombres, renovó el barniz de su Perla y se embarcó en la búsqueda de la sirena. Incluso si no existía, corría la suerte de encontrar a la bestia que se ocultaba en el fondo del mar y acabar con ella. Obtener su cabeza lo pondría en la torre de naipes, sería el grande y en sus manos el oro caería a borbotones.

#2 Cuando el mar amó  海- kookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora