- Die on me -

- Die on me. -

- Posibles Spoilers. Se recomienda discresión. -

Señorita Himeno... nunca pense contemplarme ante esta situación tan extraña, tal vez le parezca raro pero solamente quiero escribirle una carta, a pesar que no la vaya a leer.

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Aki se tomo su tiempo en seguir escribiendo, no estaba seguro del porque estaba haciendo esto.

Pero lo estaba haciendo y eso lo hacía sentir raro de alguna manera. Siente que simplementa esta perdiendo su tiempo o solo esta muy aburrido.

El miro de reojo a su costado, una arma reposaba en la mesa de su sala, la admiro y la contemplo por un momento.

Pensamientos intrusivos entraron a su cabeza y no encontro manera de eludirlos, así que decidio plasmarlos en la carta.

...

Desde que seguridad publica fue capaz de otorgarme un arma me siento tentado a ella.

No me refiero en una tendencia psicopata, solamente tal vez me estoy volviendo demasiado loco al dedicarle cartas a personas que ya ni estan en este mundo.

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A Aki se le vino un recuerdo fugaz de el y Himeno, era cuando ella estaba muriendo.

Recuerda muy bien la mezcla de emociónes tan fuertes que sintió en ese momento. Pero recordaba uno en particular, impotencia.

La impotencia había llegado a el por diferentes cosas, pero el buscaba una en específico.

Nunca pudó confesarse a Himeno, a el le gustaba Himeno y a la vez Makima. El se sentía como un asqueroso por ello.

Decidió irse por Makima debido a que se negaba a aceptar que tenía sentimientos por Himeno, pero cuando ella estaba muriendo su corazón se aclaro.

El si gustaba de Himeno, incluso, se enamoro de ella. Su actitud, su cercanía, su personalidad, su físico, sus gustos, sus disgustos. Todo, absolutamente todo. Todo de ella enamoro Aki.

Pero el no quería aceptarlo por miedo a ser un asqueroso, al final se arrepintió y no pudo evitar sentir impotencia al ver como se moría y no haberse confesado.

Tal vez incluso pudo haberla hecha feliz, incluso si hubiera aceptado su oferta de cazadores de demonio privados ella estuviera con vida.

Esa mezcla de arrepentimiento, melancolía y tristeza. Decidio plasmarla en aquella carta.

...

Señorita Himeno, nunca fuí capaz de decirle lo que verdaderamente sentía por usted. O que en verdad me ponía tan hipnotizado con su sonrisa, me aceleraba con su cercanía o me ponía ansioso de un beso indirecto con usted.

Me gustaba señorita Himeno, me arrepiento de jamás haberselo dicho. Me arrepiento de no haber aceptado unirme junto a ustes en cazadores de demonio privados.

La extraño, aun sigo fumando nuestra marca de cigarrillos para aunque sea recordarla un momento pero eso me hace extrañarla más.