VOCES SIN FUERZA

24 3 1
                                    


EL VIEJO DEL MUELLE.

En lo profundo de las provincias portuguesas, se encuentra situada una pequeña comunidad de pescadores, Hugo, quien es un jovencillo de 23 primaveras, se ve obligado al cruel trabajo pesquero, por su infortunio encuentro con una mujer ajena que le dejo una marca de porvida que mide menos de 1 metro.

Trabajaba como pesquero, única cosa que su padre pudo enseñarle, quien al igual que él se dedicó a ello para alimentar las bocas de su hogar, Iba medio año ya desde que este se encontró alli trabajando, pues no le iba mal, las viejas técnicas que su padre le enseño al parecer hizo efecto por el movimiento de manos heredaras de este. Hugo acostumbrado a lo rutinario que era su día, regreso temprano hacia al puerto de la playa en su balsa hecha a mano, pues recordó que su madre le había dicho que pasaría esa noche en casa de su hermano y que no podría cuidar esta noche de Vicente (su hijo), con los hombros agotados por los kilos de pescados capturados en redes gigantes durante todo el día, dejo su maltrecha balsa donde siempre, y camino hasta llegar al muelle, pero fue inoportuna su sorpresa tas encontrarse con "El Viejo" aquel anciano que todos reconocían por su exuberante riqueza y sus lujosas pertenencias, siendo un personaje controvertido, pero a la par de misterioso para los pobladores; este decide no prestar atención ya que estaba demasiado cansado como para atender asuntos ajenos, aun que le pico la curiosidad del porque un hombre como el cambiaria asientos forrados de terciopelo y buen cuero, por maderas raspas e incomodas, aun que pensó que tal vez solo Quiso ver el atardecer de la playa, pues a esta hora el cielo se tiñe de un hermoso violeta y difumina bien el brillo de la estrella mayor.

Al día siguiente, Hugo otra vez ve al viejo, sentado a la orilla del longevo muelle de madera, no le toma mucha importancia de vuelta, ya que solo está ahí sentado, él siempre ha tenido la política de que si no me molestan primero, yo tampoco debería hacerlo, aunque fuera un poco raro verle desde tan temprano, preguntándose incluso si se quedó ahí toda la noche.

Pasaron días, semanas y ahí seguía el mismo viejo sentado desde primera hora con la misma ropa y zapatos, solo viéndose una variación en su vestimenta una vez, pues ya no contaba con su sombrero.

La curiosidad venció el temple de Hugo, él quería, no, el necesitaba saber por qué siempre estaba ahí y por qué siempre se queda tan quieto, de manera tal como si fuera una religión la que cumple.

Al día siguiente, después de acabar con su jornada en los barcos pesqueros, dirigiéndose a casa ve de nuevo al viejo y esta vez, armado de valor, decide ir con él para por fin hablarle, sentí miedo ya la vez algo de inquietud, ya que no sabía si recibiría respuesta a su pregunta o solo sería ignorado mientras el seguía en su meditación.

- ¿Qué haces? – Pregunto Hugo de una manera seca y directa.

- Solo espero – Responde el hombre con una voz cansada y áspera mientras sigue admirando el horizonte de los mares portugueses.

- ¿Porque siempre esperas?, el muelle después de las cuatro se vuelve helado – Exclamo el muchacho.

- Espero porque siento que eh sufrido lo suficiente y no tengo nada más que soñar o aspirar, solo espero mi muerte ya que soy demasiado cobarde como para tomar mi propia vida y entintar mis manos blancas con mi sangre Vinotinto – Respondió el viejo, con la Misma calma del inicio.

- Pero porque desesperas por morir, eres un hombre rico, tienes una gran casa, una gran familia, un gran auto, hasta tu sombrero esta confeccionado con las mejores sedas, ¿Por qué alguien así lo haría que estás haciendo? –

- El humano sueña con tenerlo todo desde la palma de su mano y yema entre los dedos, como: conquistar mujeres hermosas, tener las mejores carnes sobre tu gran comedor y jactarse de haber bebido de los mejores vinos añejados de tu restaurante favorito, pero todo eso no pasa a ser mas que polvo a mi edad – Responde

- Entonces por que lograste todo eso para luego querer abandonarlo, ¿no fue acaso una pérdida de tiempo? – Pregunta el iluso Hugo desconcertado.

- Oh no, claro que no, logré todo lo que algún día soñé y más, no tengo porque despreciar todo mi esfuerzo – Responde el viejo.

- Entonces, ¿Porque sigues ahí sentado? –

- Porque me cansé, al lograr todo no fui visto más como un hombre honesto o de confianza, ahora todos me conocían solo por lo ancho de mi cartera. Mis hijos, ahijados, sobrinos, nietos, hermanos, primos y hasta amigos solo fingían quererme por un poco monedas de papel verde y unas gorras brillantes. Yo solo quería lograr mis sueños, pero no vi lo que con el venia atado –Responde sabiamente el viejo mientras sus cabellos canosos bailan por la fuerte brisa que liberaban las olas.

- ¡¡¡Entonces porque no les pones un alto!!! – Exclama Hugo.

- ¿Para qué?, si de una u otra manera lo tendrán, sea con mi consentimiento o no –

- Debe haber alguien que no, alguien que si te aprecie de verdad -

- Mi esposa, ella fue la única persona que siempre estuvo a mí mismo lado en mi gran y fría cama, y ​​cuando caminaba por los jardines, mi esposa siempre estuvo conmigo desde que aún era un humilde y joven campesino, y solo podía comprar tres panes, dos tajadas de queso y una pequeña bolsa de arroz, siempre me apoyo dese el primer minuto en el que tuve la idea de ser comerciante, todo se lo debo a ella – Menciona el viejo con mirada perdida al mar mientras lagrimas nacían de sus ojos y morían en su gran barba.

- Yo... lamento escuchar eso, discúlpeme –

- A veces es mejor no tener nada a tenerlo todo, yo perdí mi todo cuando no tenía nada y ahora que tengo todo no me queda nada –

Hugo solo se quedó en silencio, escuchando solamente las idas y venidas de las olas, solo acomodando su viejo sombrero de paja mientras acomodaba su ropa para irse.

- ESPERA - grita el viejo – Muchacho aun no te vayas, dime a dónde vas .

- Iré a casa con mi pequeño hijo – Responde.

- ¿Cómo se llama? –

-Vicente, Vicente Costa-

- ¿Y tú muchacho? –

-Soy Hugo señor-

- Oh querido Hugo puedes hacer un pequeño favor para este maltrecho anciano – Menciona con voz enterecedora y algo miserable.

- Por supuesto, dígame que necesita –

- Hugo... por favor dale una gran vida a Vicente y siempre recuerda, nunca pierdas ese todo que tienes ahora siendo nada y la vida te recompensara con la dicha de tener todo lo que alguna vez soñaste y seguir conservando a ese todo que estuvo contigo desde el primer minuto, siempre vive feliz y nunca dejes que se vaya, no seas como yo, para que no termines desolado sentado al borde de un viejo muelle de madera. Adiós Hugo-

Después de esas palabras el viejo se deshizo en polvo con la brisa del aire llegando al mar para ser ahora espuma, dejándole a Hugo el mayor de sus tesoros, su mayor sabiduría.



VOCES SIN FUERZAWhere stories live. Discover now