،⠀única parte '⠀ਓ.

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Su mañana de pesca había resultado más que totalmente exitosa.

Venía regresando luego de una larga jornada de farmeo –desde las 8am hasta las 2pm– a casa con su mochila y bolsa de tela llenas de peces, libros y algunos tesoros y trastes que había atrapado en el río que cruzaba más allá de la casa, sintiéndose cansado por todo el trayecto de regreso con las cosas pesadas pero demasiado feliz por lo conseguido, pues le ayudaría a todo su grupo de amigos y esta seguro de que le felicitaran por el excelente trabajo, esa es su mayor recompensa.

Al observar –y olfatear– todo el interior de su hogareño hogar se da cuenta que ninguno de sus amigos está ahí para ayudarlo al momento en que sus piernas comienzan a temblar sin poder sostener su propio peso, por lo cual suelta las cosas con torpeza y las deja en el suelo, apoyándose del mueble que tiene a su lado para no caer. No sabe qué le sucede en sus extremidades inferiores, y lo único que atina a hacer es moverse hasta el sofá del living, caminando tan rápido como sus piernas se lo permiten, para sentarse allí y abanicar su rostro para bajar la calor.

La ropa le resultaba estorbosa con el pasar de los segundos, asfixiante y caliente.

—¿Qué mierda? —suspirando lleva su mano hasta su frente, notando como transpira y el sudor empieza a deslizar.

Supone que su calentura se debe a indicios de fiebre, quizás por no usar una campera al salir tan temprano cuando aún había neblina y rastros de lluvia, un descuido de su parte, pero es que salió a prisas para aprovechar el día. Así que su plan inicial es ir en busca de medicamento hasta la cocina y luego tomar una siesta; una labor difícil en su estado.

Tomando fuerza en sus temblorosas piernas, y ayudándose del reposabrazos del mueble, se coloca de pie para ir, entre pasos torpes, hasta la cocina –habitación que queda hasta el fondo del pasillo de la primera planta–, ayudándose de las paredes de madera al momento en que sentía caer. Al llegar hasta el lugar se toma un mini descanso contra el lavaplatos, respirando pesado y empezando a sentir una sensación cosquilleante en todo su abdomen, pero la ignora para buscar en los estantes superiores las pastillas rápido y de una vez poder recuperarse.

Era muy peligroso estar en este estado tan vulnerable, en este mundo lleno de peligros y humanos que deseaban ser las últimas en pie hasta el final. Se convertía en una presa, un ser débil fácil de acabar, y se sentiría muy decepcionado de sí mismo si perdía una de sus dos últimas vidas así.

Sirve en un vaso de cristal un poco de agua y pone en su mano dos pastillas para luego beberlas.

—Espero esto mejore... —murmura para él, levantando sus redondas y felpudas orejas negras cuando escucha ruidos afuera, y se pone en alerta al instante, observando en el mapa de su reloj digital que no había ningún jugador cerca—. Debió ser algún conejo, tal vez.

No siente realmente interés en ir a ver sí es aquel animal el que ronda la casa, prefiere ir a su habitación para dormir un poco y que la pastilla haga efecto, agradecido por el dulce olor y la suavidad de sus mantas azules que lo reciben cuando se deja caer de lleno en la superficie mullida, moviéndose hasta que se siente cómodo, y muy a gusto, consiguiendo conciliar el sueño.

Ivan no sabe qué pasa, ni cuánto ha dormido desde que regreso, pero el sol del atardecer se cuela por su ventana, directo en su rostro rojo y caliente, cubierto en la frente por unos mechones negros, haciendo que sea poco a poco más consiente de que el sofoco sigue inundándolo, y esta vez se suma una dura y doliente erección entre sus pantalones cortos de color azul marino.

Se siente mareado cuando se apoya de sus codos, y las ansias de querer tocarse van en aumento con cada segundo, mordiéndose el belfo inferior con recelo para intentar pararse e ir al baño para tomar una ducha de agua fría, pero sus intenciones se ven totalmente interrumpidas cuando cae al suelo de rodillas sintiendo los líquidos deslizar por en medio de sus glúteos.

CELO   𝑓𝑡.  tomivánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora