1. Almas podridas

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«Sabia que cualquier alma que se pudriera en el hades y regresara, intentaría ser feliz, ser alguien mejor, al abrir los ojos supe que solo yo regresaría para vengarme, solo yo estaría dispuesta a volver allá con tal de ver morir a quienes odiaba»





En una habitación de escalofríos de color gris en cada rincón, puede notarse de manera sutil el olor a muerte que desprende el cuerpo de Gabe Stok. Podrán preguntarse ¿Que hace nadie con un cuerpo muerto?, ¿Y por que tiene motas de tierra y sangre seca?, el hecho es que Gabe no hace mucho que murió, y a nadie importa de cualquier forma, excepto por una cosa; sus recuerdos, que valían demasiado y estaban a merced de cualquiera que quisiese tomarlos. No, no podían arriesgarse.


¿Quiénes no pueden arriesgarse?, los hombres de traje, que miran con gesto frio a través del cristal polarizado hacia Gabe. Podrían haber solo estado mirándola para esperar que la inerte chica hiciese algún movimiento más que el del leve subir y bajar de su respiración, pero en cambió solo admiraban la belleza de su cuerpo desnudo; que hasta hace unas horas se pudría bajo tierra. ¿Quién habría reparado en el leve movimiento de sus párpados? Por supuesto, no ellos. ¿En el oscilar de las esquinas de sus labios rosados que apenas habían recobrado su color? Tampoco. Miraban en cambió su firme pecho rodeado de tirabuzones negros, que caían en cascada sobre su cuello y pendían en el aire, bailando con las suaves brisas frías que entraban por los diminutos orificios de la construcción. Era una escena que conservaba turbiamente los bordes de la imagen que daba la blanca nieves del bosque en el cuento.


Gabe como quien era no dudo en ningún momento después de abrir los ojos en quedarse quieta, en ese momento su vista estaba nublada con un velo gris, y aguardó pacientemente a que sus ojos recuperasen la visibilidad.


El primer pensamiento qué tuvo había sido: Estoy viva, pensamiento que arrastró la imperiosa necesidad de tocarse la cara para comprobar que no era un delirio sufrido desde el limbo de almas, cosa que era incorrecta hasta el mas mínimo detalle, por que ella no había dado para el limbo, si no para el hades y eso definitivamente no era un sueño.


Esos hijos de puta-refunfuño en su interior mientras la nitidez de un techo gris se abría paso confirmándole que de hecho estaba viva. Ella era Gabe, una mas de los sicarios a sueldo. La misma femme fatale, Alfa de su manada de Sikares, híbridos humano/lobo. Al mismo tiempo ya no era ella misma, por fuera parecía igual, con los ojos miel y el cabello fino, la piel blanca y seguramente su agilidad mortal, mas por dentro ya no lo era y la cicatriz reciente que cruzaba su cuerpo desde el pecho hasta la cadera ponía fin a toda duda. Nada de lo que tenia por dentro era suyo, recordó las llamas en su piel y los gritos terroríficos que se habían convertido en todo ¿Cuantos habrían muerto solo para que ella, una simple asesina volviera a abrir los ojos?


No sabía


No quería saberlo; quería matar y hacer justicia «igual acabaré en el infierno» pensó sarcástica, mientras escaneaba la habitación, sabia que estaban observándola, por ello no movió ni un músculo y trató de regular su respiración mientras la adrenalina comenzaba a alborotar su sistema, sus caninos se enterraban en sus labios, obligándola a tragar su sangre y alaridos, Sus uñas crecían al punto de parecer garras que intentaba esconder haciendo de su mano un puño, clavándolas en su propia carne, pero se hacia difícil parecer medio muerta, estaba enojada.

Memorias Perdidas ©	 [concurso Beats Story]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora