Reencarné En Naruto Con Un Sistema

3- misiones

Se escuchaban las voces de los vendedores mientras pasaba por aquellas calles tan transitadas del centro de Konoha.

Miraba todos esos increíbles puestos, cada uno con decoraciones y productos distintos.

Era un ambiente bastante agradable hasta que entré en una tienda que se veía bastante fina.

Miré la vestimenta que portaba y no era la mejor que digamos.

Tenía una remera mangas cortas celeste claro, unos pantalones cortos azul y unas sandalias ninjas negras, todo viejo y desgastado.

Estaba apunto de irme para no pasar una desagradable experiencia cuando siento que me agarran violentamente del hombro.

-qué haces aquí, niña mugrosa!?-

Mierda

-disculpeme señora, me perdí y entré aquí por accidente- me incliné levemente mientras hablaba y ya me estaba yendo nuevamente.

-a dónde vas, mocosa?, Muéstrame tu mochila ahora mismo- tiró de la mochila verde que traía puesta, caí al suelo frente a ella.

Solté un leve quejido por el golpe y le entregué mi pequeña mochila para que la pueda revisar.

-hump, no hay nada. Vete de mi tienda ahora-

Antes de irme la miré y observé el nombre escrito en su traje 'Naiki Atsune' no tenía pensado olvidar ese nombre.

No sabía que esto había Sido visto por cierto chico que fué a comprar con su padre.

(...)

Chakra, la mezcla entre la energía física y espiritual.

Me encontraba en posicion de loto intentando sentirlo.

Luego de unos minutos lo pude lograr, se sentía raro.

Agarré una de las hojas del árbol en el que estoy sentada mientras circulaba un poco de mi chakra hacia mi frente, dónde apoyé la hoja.

Al sentir que ya no tenía que sostener la hoja, saqué mi mano y ví como quedó pegada por unos segundos, antes de que cayera al suelo.

[Ding]

[Control de chakra: hoja lv 1

10 pdc c/m]

Sonreí ligeramente mientras agarraba otra hoja y lo intentaba nuevamente.

Otra vez

Otra

Otra

Otra

No sé cuanto tiempo pasó mientras hacía este ejercicio, podría apostar que fueron unas cuantas horas por el poco chakra que me queda y el sol que parece estar ocultandose.

Me levanté de ese gran y viejo árbol y me dirigí rumbo a mi casa, dónde me esperaba una preocupada abuela.

En el camino compré dos manzanas con el dinero que me dió un hombre mayor al que ayudé.

-volví- me quité las sandalias y entré a la pequeña casa.

No hubo respuesta.

Fuí hasta la habitación que le correspondía y la encontré durmiendo, así que pasé de largo y fui hacia la mía.