Parte Única

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**Este OS está dedicado a Abigail280615

El recorrido por las calles se hacía eterno a medida que el auto avanzaba

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El recorrido por las calles se hacía eterno a medida que el auto avanzaba. El sol ya pintaba de naranja el cielo anunciando el final del día y Sukuna se encontraba asqueado de estar sentado en la parte trasera del auto esperando que el embotellamiento repentino se disolviese.

—P-perdón, Ryomen-Sama.— le dijo con nerviosismo el conductor —La vigilancia dijo que estaba despejado.

Un segundo después la radio sonó anunciando un repentino choque de un camión de helados contra un auto que cruzó en rojo, esto provocó una serie de choques continuos de 5 autos.

Un chasquido fastidiado abandonó la boca de Sukuna mientras veía más y más carros llegar detrás de ellos impidiendo de alguna manera que pudieran hacer retorno.

Sin mediar palabras habrío la puerta del auto dispuesto a marcharse.

—¿Señor? N-no es recomendable que ande por ahí usted solo.— el confundido conductor quiso detenerlo pero una mirada dura bastó para hacerlo callar.

Empezó a caminar entre los autos hasta llegar a la acera. Logró escuchar algunos murmullos a su alrededor, algunas personas lo veían de reojo y apartaban por completo la mirada cuando se encontraban con esos ojos gélido y vacíos.

Estaba arto. Arto de sus estúpidos subordinados, arto del papeleo, de las peleas, de la vida en general. Ser jefe de una mafia Yakusa era realmente agotador, la vida era demasiado tediosa.

Estaba aburrido.

Terminó de recorrer las calles hasta llegar al puente que dividia las ciudades. Allí el sol hacía brillar el agua y era tan resplandeciente que cegaba, pero lo que más le llamó la atención fue el chico de cabellos azabaches que estaba sentado contemplando el atardecer bajo el puente.

Pero lo más inual fue que el asiento de aquel chico estaba hecho de los cuerpos de un grupo de maleantes tatuados. Una pandilla rival que Sukuna reconoció, a penas unos aprendices.

La brisa movía su cabellera negra y el sol bañaba de dorado su piel. Se veía imponente y hermoso. La curiosidad por él nació en Sukuna, pero antes de que pudiera acercarse el chico volteó revelando sus brillantes ojos olivo y su expresión seria.

—¿Qué?.— la hermosa voz arrullo sus sentidos —¿Vienes por una paliza tu también?

Una gran sonrisa surco el rostro de Sukuna, se sentía retado y le gustaba.

—Señor Ryomen, logramos salir del embotellamiento. Acompañenos por favor.— y ahí estaban, dos de sus guardaespaldas listos para limpiar sus zapatos con la lengua si él lo pidiese.

Le dio un último vistazo al chico y este le devolvió la mirada con altanería y sin miedo.

«Que interesante» pensó.

Lobo Solitario [SukuFushi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora