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Aegon sabía qué su linaje era especial, además de ser dragones y montar tan bellos seres, había algo que los diferenciaba aún más de los simples mortales. Destinados.
Mientras las personas de los reinos pensaban y elegían a la mejor persona para casarse y tener hijos, los dioses eran amistosos con los Targaryen, regalando marcas para diferenciar a aquella persona única con la que podían unir su vida.
El príncipe sonreía cada qué recordaba la existencia de su marca en la espalda, una esperanza a su vida y corazón.Sus hermanos también poseían una en sus espaldas, diferentes entre sí, pero sin duda era la promesa de la sangre de dragón. Un día se unirían a esa persona, era la tradición de la Casa, no importaba sí fuera Targaryen o no, noble o un simple mercenario, los Dioses eran sabios.
Daemon sabía la ilusión qué su sobrino tenía por encontrar al dueño de la marca similar. Sí por casualidad y designio de los dioses, el destino de Aegon era una de sus hijas o uno de sus hijastros, podría usarlo a su favor y dejar fuera al primer varón de su hermano. Sería sencillo, era consciente del sentimiento de soledad que Aegon tenía, sentía qué no pertenecía a su familia.
"Helaena, Aemond, Daeron, Alicent y Otto siendo tan perfectos todo el tiempo, mientras Aegon solo importaba por ser el varón primogénito, la esperanza para los Hightower de tomar el Trono." Palabras de Aegon, que Jacaerys le había contado en algún momento, porque el hijo mayor de su sobrina le tenía tanta confianza como para revelar los secretos de Aegon.
Su felicidad fue grande cuándo, ante todo el consejo de su hermano, resultó qué Aegon y Jacaerys tenían la misma marca, señal de unirse en matrimonio. Era una buena estrategia de los dioses, el primogénito de Rhaenyra con el primer varón de Viserys. Más grata fue la existencia de Daemon al saber qué Lucerys y Aemond estaban destinados, lo mismo qué Daeron y Joffrey, Baela y Helaena fue una sorpresa pero no podía quejarse.
Helaena al ser la soñadora de la familia era un problema para sus planes, es dónde Alys Rivers entraba a escena. Con ayuda de la bastarda Strong, podría bloquear las visiones de su dulce sobrina. Y para eso también necesitaba a su hija Baela.
—No creo qué quieran hacernos daño, Daemon. —Lucerys intervino el discurso de su padrastro. —se veían aliviados por tenernos a nosotros cómo destinados y no a extraños. —el heredero de los Velaryon había notado el brillo que nació en los ojos de Aemond al saber quién era su mate.
—Tal vez ellos no, Luke. —Daemon debió prevenir qué uno se resistiría y tal vez arruinaría los planes. —Pero son aconsejados por Otto y Alicent, dos arpias qué no se cansan del poder. —se acercó a Joffrey y puso una mano sobre el hombro del joven. —¿Creen qué Otto y Alicent estan felices después de los resultados? —observó a los tres Velaryon. —Ellos prefieren a un mercenario nacido dentro del matrimonio, a los bastardos de Rhaenyra. —le complació las reacciones de los tres castaños. Ojos llenos de cólera, puños cerrados y los labios en una línea, hombros tensos. Era el punto débil de ellos, ser llamados bastardos. Era gracioso ver cómo defendían lo indefendible.
—Tal vez Lord Mano y Reina Alicent no estén felices, pero... —quería refutar Lucerys, no estaba convencido del plan qué Daemon quería poner en marcha. ¿Someter emocionalmente a los hijos del Rey para asegurar la Corona de su madre? Era muy bajo.
—Aegon no se siente parte de su familia. —Jacaerys habló, mientras miraba a su padrastro, analizando rápidamente todo. —Usarme para quitarnos del camino y tomar el Trono para complacer a su familia, lo haría sentirse cómo uno de ellos. —el futuro heredero había caído en las redes de Daemon.

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Lago Esmeralda
FantasyJacaerys tomaría a Aegon cómo segundo esposo luego de ser oficialmente nombrado Legítimo Heredero al Trono de Hierro, después de la coronación de su madre Rhaenyra Targaryen. Daemon arruinó esos planes hace mucho tiempo. «Preparen al pueblo, llamen...