Sacrificio

1.1K 99 31
                                    

Advertencias:

Síndrome de Estocolmo.

Sacrificio humano.

En resumen la humanidad vale kk.

Algo de inspiración en la Bella y la Bestia, habrá coito más adelante, pero primero quiero desarrollar su relación.

Inspirado en menor medida en una sugerencia de alguien de Facebook.

Sin más que decir disfruten.

Beelzebub estaba acostumbrado a tener a los humanos besándole los pies en cada paso

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Beelzebub estaba acostumbrado a tener a los humanos besándole los pies en cada paso.

Era una especie de dios en un poblado medianamente grande, con campos rodeando las montañas y ríos fluyendo en cada pradera, tenía la autoridad para ser adorado por todos los habitantes hasta que el ocaso llegara, siendo alabado cada noche antes de irse a dormir y con las mejores prendas vistiendo su cuerpo producto de los mejores costureros de la región.

Al ser un dios, mayormente conocido como el demonio de la gula, tenía el poder de otorgarle bendiciones y favores a quien le complaciera, un humano solo debía ser lo suficientemente agradecido con lo que él fuera capaz de brindarle y Beelzebub pondría un pequeño mundo a sus pies con la condición de que las ofrendas no se detuvieran. Beelzebub era un dios pequeño, más por lo diminuto que era su reino en comparación con los de los dioses del panteón griego o nórdico los cuales tenían oraciones día y noche. Para él, el conformarse con un pueblo en el que hasta el más mínimo habitante conocía su nombre y su grandeza, era más que suficiente. No pedía mucho, solo seguir siendo el centro de atención hasta que sus miserables vivas llegaran a su fin.

Los humanos, o como ellos mismos se decían "los protegidos del dios más benevolente que existía en la tierra", eran la especie más extraña que tenía la oportunidad de conocer. Ellos lo adoraban más por temor a hacerle enojar que por otra cosa por lo que el señor de las moscas solo se dedicaba a escuchar sus súplicas y a actuar como curandero de vez en cuando. Los seres humanos tenían un alma inmortal, un cuerpo débil y una voluntad tan voluble como las lluvias en una zona desértica, Beelzebub no tenía problema en lidiar con ello mientras lo mantuvieran atendido.

Generalmente sus "protegidos" se dedicaban a cantarle los domingos, llevarle las presas más frescas de una cacería eficiente cuando necesitaban pedir favores, ofrecerle los frutos más jugosos como agradecimiento de una buena temporada de cosecha y crearle artefactos que le quitaran el aburrimiento de vez en cuando. Como se podía ver Beelzebub estaba acostumbrado a todo eso en su pueblo, conocía a cada habitante, aunque no interactuara con ellos directamente, la mayoría le temía a él y a un temperamento que nunca tuvo indicios de ser volátil, involucrarse con un dios no era algo que podía tomarse a la ligera, un simple humano no podría soportar durante tanto tiempo algo como ser el favorito de un dios. Ellos solo lo adoraban y se iban a sus casas. Nada más.

Alabado sea el Señor [BeelNiko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora