Prologo.

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Me desperté agitado, todavía parecía ser de noche, no había pretendido quedarme dormido, pero allí estaba, recostado en la cama de mi pequeño cuarto. Las ventanas estaban cerradas, pero sin las cortinas se podían ver algunas estrellas que ya se iban despidiendo del cielo, dejando entrar, una cálida luz blanquecina que se acercaba rebosante y penetraba en la habitación como miles de flechas totalmente enloquecidas. No faltaría mucho para que el sol se presente, pensé y me incorpore, dándome cuenta de que estaba empapado en sudor, al principio me dio un poco de asco, retire el acolchado y fui hasta al baño, donde hice las primeras necesidades del día y me lave la cara. No recordaba que había soñado pero una sombría angustia, tensaba mi corazón, como si en parte tampoco quisiera recordarlo, desde pequeño tenia una rara relación con los sueños, por que por alguna razón podía soñar cosas futuristas que luego sucedían. Pero esto no había sido siempre una ventaja; Decidí bañarme y me adentre por un corredor de casa para ir a por la toalla, cuando me incline para agarrarla fue cuando me percate de que algo iba mal, me dolía la cabeza y me estaba mareando, así que me recosté en el piso respirando pausado esperando calmarme. Y fue en ese momento la primera ves que lo sentí, un choque eléctrico, una patada justo en el pecho, quise soltar una exclamación pero no pude, me quede mudo, luego de unos segundos volvió a ocurrir solo que la misteriosa descarga perdió fuerza, cerré los ojos ¿que era eso? Aunque no podía gritar de dolor, mi cuerpo se contrajo, y quede de costado apretando los abdominales, así sucedió tres veces más, pero los choques cada ves iban disminuyendo su fuerza. Estuve unos minutos en el suelo y ahí escuche su vos, un cálido remolino de emociones me agito el corazón, la voz llamaba por mi nombre y la vos era la de mi madre.

Su tono, que me detono muchos dulces recuerdos, cabe aclarar que no nos veíamos hace unas cuentas semanas, tenia un timbre particular, como si estuviera realmente preocupada por algo, sin embargo era diferente a cada ves que mamá se preocupaba por algo, ella era una persona un tanto quisquillosa y muchas veces hacia una tormenta de una una simple llovizna, esta particularidad suya se multiplicaba cada ves que esa llovizna tenia algo que ver conmigo o con Nicolás, mi hermano. La escuche decir algo así como "Leo, Leo estas bien?, Leo que paso?, llamo a un medico?"

"¿A un medico, mamá?" Pensé yo, ¿se dan cuenta? Es un poco dramática, capas que en el teatro podría haber tenido una linda chance de trabajo. Yo por mas de que tenia un tibio dolor en mi pecho, que de apoco se iba apoderando de mis extremidades, sentí que no era para tanto. Mientras estaba ausente, dentro unicamente de mis pensamientos, ella seguía con su alboroto, me dieron ganas de decirle que se calmara, pero creo que lo que salio de mi boca fue mas como algún sonido inentendible. Estaba bastante cansado, como si algo me hubiera sacado todas las energías que había acumulado en la noche, mis ojos, fuertemente sellados, quizás eran lo que le daba la pauta a mi madre de que me encontraba en algún tipo de situación mas complicada. Ni siquiera me alcanzaban los ánimos para abrirlos, mirarla, y pedirle que por favor se calmara. No estaba con ganas de seguir escuchando a mi madre con sus palabrerios quizás lo mejor seria poder tomarse una pequeña siestita, descansar un rato, estar ausente de verdad, unos minutos, poder ir a visitar el mar mas profundo que se encontraba sumergido en mi cabeza, soñar, y que los sueños me mostraran el camino. Estaba decidido, eso era lo que iba a hacer, así que apenas vocalizando, y con una vos muy bajita le dije "voy a dormir un ratito", y lo ultimo que escuche antes de caer rendido ante el sueño profundo fue su sorpresa, "¿¿¿DORMIR DIJISTE???"

...

La luna se encontraba gloriosa y deslumbrante como siempre. Como era de esperar le dedique una sonrisa a forma de saludo, y me acomode en el risco, de modo que mis rodillas quedaron a la deriva, y por debajo de mis zapatillas se veía el furioso rechinar de las olas pegando contra las rocas y despidiendo de ves en cuanto espuma, que explotaba y venia acompañada de aquellas diminutas gotas de agua salada. Aunque no era tan fuerte la desesperación que parecía tener la espuma como para que me llegara a salpicar. Mi hombro derecho estaba apoyado contra esa especie de columna, que para mi sorpresa no estaba del todo fría. A la lejanía se veían las luces de la ciudad llena de gente, autos, pasos, música, un abuchonamiento de situaciones que no dejaban tiempo para pensar, era como una película en cámara rápida, donde cada suceso no dejaba espacio para que el siguiente entrara, tantos focos tantos carteles y publicidades, la felicidad que parecía ser vendida en cada articulo de cada tienda.

Aleje la mirada y solté. Solté mis pensamientos, los deje que se fueran a divagar por otras cabezas. Absurda mente en mi mente apareció una foto miá, como si fuera una construcción de todo lo que yo era hasta este momento. Con todo el peso de mi vida, las creencias de mi familia, las creaciones de mi mente, las tostadas de mi padre, los sábados de mañana con la abuela, los partidos de de fútbol, las peleas, mi paso por la escuela, esa relación, esa amistad inolvidable pero ya lejana, los viajes largos, esa ves en brasil y las montañas rusas que me daban vértigo, los días de guerras de agua y esa ves que ademas de agua le tire la olla y las veces que me había sorprendido, mis expresiones, yo en el mismo espejo pero con reflejos diferentes a través de los años, vi mis metas, las que cumplí y las que no tenia, vi mis objetos de valor, mis peluches rotos, mi corazón destrozado, vi ese camino por el que siempre pasaba y observaba todo cada mínimo detalle, el invierno el otoño un cuadro, mi primer mañana de liceo, mis botas nuevas, ese miedo que me inundaba, una canción en esa película que me marco, la camioneta que me llevaba al jardín, mi primer funeral, mi primer beso. De todo de lo que antes me arrepentía pero había aprendido a entender, de todo lo que conocía y lo que creía saber. Y entonces solté deje que se fuera, y se perdiera en el viento esa historia, ese personaje que ya me quedaba chico y luego de ese suspiro lo único que existía o quedaba de mi, era yo en ese preciso momento. Lo que yo era, era esa playa, ese viento, esa respiración momento a momento que marcaba el ritmo de un viejo yo, que a cada aspiración vivía y moría al mismo tiempo. Yo soy la luna pensé, y sonreí para mis adentros.

Yo lo soñé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora