La Gobernante y el Rey

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Un día normal en chaldea como cualquier otro no habían ninguna singularidad en progreso que resolver, o algún evento por completar como el más reciente de San Valentín, era uno de esos días donde no había nada por hacer y por lo tanto los servants podía pasarlos haciendo sus actividades, como cada uno poseía su propia personalidad cada uno hacia algo distinto aunque había quienes coincidían en gustos y pasatiempos formando pequeños grupos, como el club de lectura liderado por Scheherazade que todas la noches se dedicaba a leer historias y cuentos a los servants más jóvenes, como Jack, Anna, Lily y cualquier otro servant que quisiera estar presente.

Y desde luego estaban aquellos servants que no tenían un gusto o pasatiempo definido, como scathach-skadi, en líneas generales ella prefiere los lugares fríos, y pasa la mayor parte del día en su habitación, otro caso sería el de ereshkigal.

No había muchas razones para para no querer pasar tiempo con los demás, y divertirse un rato mientras no hay alguna singularidad por resolver.

Solo había un par de cosas que la molestaban realmente la primera, cada vez que ereshkigal encontraba algo en que distraerse aparecía ishtar a fastidiar, y la segunda era la propia ishtar de alguna forma siempre sabía justo el momento exacto para parecer y hacer sus cosas, era como una segunda naturaleza.

Sentada en uno de los tantos sillones de chaldea se hundió en si depresión, presionando sus piernas contra ella mientras miraba hacia ningún lado en particular.

Sin embargo algo que no notó era quien estaba sentado en el mismo sillón, revisando documentos como siempre lo ha hecho desde su llegada, Gilgamesh pero su versión caster se encontraba terminando cuando apareció ereshkigal y libero su aura de depresión, sacándolo de su concentración en muchas ocasiones hasta que finalmente puso punto final al asunto.

— ¿Ereshkigal te importaría compartir el por qué tú estado de ánimo? — El Rey Gilgamesh la miro directamente esperando una respuesta clara, la cual obviamente nunca llegó.

Usando las tablas que tenían en su mano dio un ligero golpe a ereshkigal para llamar su atención.

— Uh? Eh? Quien se atreve a golpear a la gobernante del Inframundo — Desde el momento en que recibió ese pequeño golpe hasta que vio quien fue el causante, la fuerza en la palabra de ereshkigal disminuyó considerablemente, hasta solo quedar en un susurro — R...Rey Gilgamesh n...no me di cuenta que estaba aquí — Trato de cubrirse a sí misma con sus brazos.

— No me hagas repetir me ereshkigal — Incluso está versión de Gilgamesh daba esa sensación de autoridad incluso si era una más calmada y benevolente.

Y nuevamente se hundió en su estado anterior de depresión molestando más al Rey.

— Bueno yo no encuentro mi lugar aquí en chaldea — Palabras curiosas viniendo de ella pero porque diría algo así.

— Explica — Su tono de voz hizo sonar más como una orden que una petición.

— Yo, ya no sé si fue buena idea dejar el Inframundo y venir a chaldea, digo estoy agradecida con poder ver un mundo de colores, pero si no puedo disfrutarlo cuál la diferencia de aquí con el Inframundo — No hacía falta conocer a ereshkigal a fondo para saber las posibles causas de esos pensamientos, en alguna ocasión conversando con enkidu llegaron a la conclusión que ya sea deliberadamente o no, ishtar siempre se entrometía con su hermana. Y no eran los únicos en pensarlo.

— ¿Y tu hermana es la causa de eso? — Ereshkigal solo asintió ligeramente — Y por qué dejas que alguien como ella te afecte tanto — Gilgamesh la miró como si fuera algo obvio.

— Eh? — Fue lo único que ereshkigal pudo decir.

— Responde también fue por esa tontería de la fuerza de los servants? — Una tontería en la cual él fue obligado a participar por culpa de Enkidu, además también ozymandias, Leónidas, Merlin y otros varios participaron.

— Es demasiado absurdo tener la fuerza que tengo, simplemente es injusto — Su rango A en fuerza era una locura, Leónidas tenía B y es un hombre músculos y bien entrenado.

— ¿Tienes vergüenza de tu propia fuerza? Si es así entonces no eres digna de tenerla — La mirada en Gilgamesh se endureció.

— Yo no, yo nunca dije que no quiero mi fuerza — En ese momento ereshkigal podía sentir cómo era juzgada — Es solo que ser llamada gorila es un poco demasiado para mí —

Definitivamente tratar con los dioses era un dolor de cabeza tras otro, y ereshkigal no era la excepción aunque si era más tolerable que cierta diosa que solo festeja navidad.

— Eres un caso irremediable o simplemente eres tonta y francamente no sé cuál es peor — Esas palabra solo fueron recibidas por un puchero por parte de la ereshkigal —

— No quiero escuchar eso de alguien que solo es orgulloso y arrogante por igual —

— Una tonta tal parece, escucha ¿caso lo eres la gobernante del Inframundo? —

— Eh.... ¿Si? —

— ¿Acaso no juraste proteger a la humanidad con todo tu poder? —

— Si.... —

— O es que acaso esas palabras estaban vacías —

¿Vacías? A qué quería llegar Gilgamesh con sus palabras, si solo quería burlarse de ella había formas más directas de hacerlo.

— ¿Acaso tu fuerza no es parte de ti? ¿Acaso no fue con tu fuerza que ayudaste a derrotar a Tiamat? —

— No entiendo lo que quieres decir —

— Precisamente eso que eres una tonta por quieres negar algo que parte de ti, tanto como tú propia existencia, hasta ahora tus problemas se originan por la misma causa, tus inseguridades incluso siendo una Diosa — Gilgamesh se puso de pie delante de ereshkigal mirando directamente a sus ojos.

— Libérate de tus dudas y vive como quieras no dejes que nadie haga cambiar lo que eres, quedarte aquí a lamentar tu existencia solo te traerá más miseria, así que dime ereshkigal gobernante del Inframundo que harás, quedarte aquí con lamentos o ir a aplastar tus problemas de frente y vivir como quieras —

Las palabras de Gilgamesh hicieron eco la mente ereshkigal, sus inseguridades solo generaban problemas que la hundían cada vez más, tanto que incluso los demás lo notaron.

— Puede que tengas razón yo soy quien soy y mi fuerza es mía solamente — De un rápido movimiento ereshkigal se puso de pie y le dio un abrazo a Gilgamesh, quien en primer lugar no esperaba esa acción por parte de la diosa — Seguiré tu consejo y seguiré adelante — Y efectivamente ereshkigal salió corriendo con un propósito renovado dejando atrás a un muy confundido Gilgamesh.

— ¿Que acaba de pasar? —

Continuara....

Parte 1 de este especial de ereshkigal y Gilgamesh que lo disfruten.

Me pareció buena idea hacerlo así para que no queden tan extensos los especiales y pueda seguir pensando en la continuación de la historia.

Sin más por el momento me despido.

El cumpleaños de la Diosa EreshkigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora