Capítulo 3

0 0 0
                                    

Llevaba cuatro meses de internado, me iba increíble, era demasiado lista había estudiado mucho por tanto tiempo que la verdad ni me preocupaba cuando me llamaban para ayudar, sabía que hacer y si no sabía no temía decirlo yo estaba para aprender y eso me hizo ser reconocida como una excelente interna ya que no era ni egocéntrica, ni prejuiciosa, ni nada por el estilo, al contrario era muy amable y siempre trate de ir con la más grande sonrisa, un día común la especialista de cardiología me solicitó para apoyarla con un paciente recién llegado de otro hospital... este paciente era terminal, ella me comentó que esperaban un trasplante de corazón para poder seguir viviendo, era un señor de 36 años que se había hecho muy rico por ello podía pagar todo su tratamiento sin problemas... el hospital en el que estaba era privado por lo que el dinero era algo muy necesario para estar en él.

Cuando me tocó ir, me dieron el expediente y casi me caigo cuando leí su nombre José Alejandro Cabrera Casas, me tocaba darle medicamentos y sacarle una sonrisa, según la doctora él se había vuelto algo amargo después de estar esperando más de un año por un corazón y yo solo esperaba que no se haya olvidado de mí o que fuera él. Fui al dispensario, revise dosis y lleve los medicamentos, toque la puerta y pase, había cambiado muchísimo, me miró y sonriendo me dijo

José: Hola doctora, ¿Ya me toca pastillas otra vez? Ah que horror *Hizo cara de ofuscado*

Yo: Si, lo lamento ya es hora, mucho gusto soy Rebeca y estaré cuidando de usted hasta que bueno... no me cambien por la doctora.

José: Mucho gusto le diría mi nombre, pero me imagino que ya lo sabe. Rebeca... qué nombre más bonito, hace unos años conocí a una Rebeca y ella fue como esa canción de eres la persona en el momento equivocado *Cantó la última parte con una sonrisa algo amarga y soltó una lágrima que de inmediato se limpió e hizo como si nada cosa que casi me hacía llorar*

Yo: Sabe yo igual conocí a un José hace un tiempo era tan agradable y me amaba muchísimo, pero me apartaron de su lado me dolió mucho y le digo un secreto... yo lo sigo amando

Caminé a su cama y me senté a sus pies mientras le acercaba las pastillas, él se las tomo y me miró... y yo le sonreí, entonces me miro algo confundido acercó su rostro al mío y acaricio mi mejilla por un momento me exalte, pero él comenzó a llorar

José: ¿Rebeca eres tú? ... mi cachorra, mi princesa, cómo es posible... me encontraste después de tanto tiempo, mi amor no puede ser... es que no lo puedo creer

Yo: Yo tampoco lo podía creer cuando leí tu nombre solo podía pensar en que tal vez solo era alguien con un nombre igual al tuyo, pero cuando entre y te vi... supe que eras tu y solo podía pensar en lo mucho que te extrañe y que deseaba tenerte a mi lado, pero pues nunca pude mandarte ni un mensaje o llamarte...

José: Yo deseaba marcarte y lo hice, en algunas ocasiones, pero siempre me salía apagado... la última vez que te marque me contesto un señor diciendo que ese número lo acababa de conseguir y no sabía nada sobre ti y me rendí ... borre mis redes y me enfoque en mi trabajo razón por la cual el dinero no me falta ahora... cuando me enferme mi esperanza decayó, pensando que tal vez moriría joven y solo, no puedo creer que por fin te volví a encontrar mi hermosa reina y gran amor de mi vida.

Me acerque y lo abrace con fuerza, nos quedamos así unos minutos hasta que escuchamos a alguien hacer como que tocia, nos separamos, me levanté y era la doctora Ruiz

Dra. Ruiz: Bueno doctora Miz se nota que usted si sabe alegrar a los pacientes, o no...

Yo: Doctora no lo malinterprete yo solo estaba dándole sus medicamentos y bueno nos pusimos a hablar, la conversación se tornó algo sentimental y bueno llego a un abrazo.

José: Doctoraa, no la regañe yo a esta hermosa doctora le daba más que un abrazo, pero ella solo está siendo amable conmigo no se preocupe.

La mayor parte del tiempo me la pasaba con él, mis superiores consideraban que yo solo estaba haciendo mi trabajo, pero luego también pensaban que era serio, todos los coqueteos que él no disimulaba para nada y me hacía sonrojar frente a todos en las rondas, por un momento olvidaba lo frágil que es la vida y que la de él corría peligro todos los días con solo seguir respirando. Pero besarlo a escondidas me hace sentir tantas cosas que olvido que él puede irse para siempre si no consigue un corazón pronto.

Quedate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora