Antes de dormir, su madre siempre le contaba una historia. A veces, de príncipes y dragones, otras de aventuras en el mar. No importaba de qué se tratase la historia, a Arturo siempre le encantaban.
La mujer sufría de cáncer desde hacía ya unos cuantos años, pero ella no dejaría que su hijo lo supiese por ningún motivo.
Todos los días era igual; despertar, estudiar, escuchar un cuento, dormir y repetir. Era monótono pero a Arturo le encantaba. Entre tanto blanco y negro, las historias para dormir de su mamá eran un arcoíris. Pero, un día, ya no hubo más cuentos. Se quedó sólo. Papá estaba allí, pero parecía no querer estarlo.
Los años fueron pasando, pero la pena por el deceso de su madre parecía ser eterno.
—Padre, ¿qué tomas? —señaló el niño de ya dieciséis años a unas pastillas coloridas esparcidas por la mesa de la sala.
—Nada que te importe, lárgate y déjame relajarme en paz —ordenó el hombre estirándose hacia lo que se veían como el arcoíris vuelto dulces pequeños y redondos.El muchacho asintió desanimado y se dirigió a su habitación. Una vez recostado en su cama, pudo escuchar a su papá riéndose desconsoladamente. Se oía como si estuviese fuera de este plano, como si el señor hubiese sido desconectado de este mundo. Y su hijo, sin duda alguna, deseaba experimentar lo mismo. Arturo se levantó y caminó hasta la cocina donde asomó la cabeza por el muro que dividía esta del lugar donde se encontraba su padre. El hombre se veía contento, despreocupado. ¿Qué se sentiría estar así? Arturo agarró su teléfono y tomó una foto de las pastillas sobrantes en la mesita del papá. Con celular y cartera en mano, el chico se puso su abrigo y salió del hogar sin previamente avisar.
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Las Estrellas Entre Nosotros
Teen FictionCuentos antes de dormir, risas diarias, una niñez alegre. Todo parece estar bien, pero ¿qué pasa cuando pierdes lo que más te importa?