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Suspiros.
Eran lo único que se escuchaban en es habitación, la cuál, sí las cortinas de este estuvieran cerradas sin dejar entrar los rayos encantadores de Luna.
Más adentro de la habitación, se podía apreciar un enorme nido, y dentro de estés, gracias a la Luna se podía apreciar un cuerpo joven, y bien formado.
Piel blanca como la nieve, qué brillaba gracias a los reflejos de la Luna.
Piernas finas, muslos rellenitos, caderas anchas, cintura definida, y apesar de ser un Omega masculino, senos.
Del tamaño perfecto, para caver en una mano.
Pezones rosasios, duros, gracias al viento frío que entra por la venta, y las sensaciones que sus manos generan en ese joven cuerpo.
En la habitación seguían escuchando se los suspiros, acompañados de pequeños quejidos, gemidos, murmuros bajos, y respiraciones agitadas.
Sus piernas, cerradas con fuerza, frotándose de manera costante, ayudaban con esa deliciosa fricción.
Llevando una de sus manos hacia abajo, pudo sentir como sus fluidos caían por sus afelpadas nalgas.
Dos de sus dedos presionaban y frotaban, su punto dulce con delicadeza, provocando más de ese néctar que todo "alfa" desea probar alguna vez.
Pero...
El, no está pensando en un alfa.
Mientras sus dedos tocan y frotan su clítoris, su mano izquierda toca y aprieta con cizaña sus pezones, los cuales originalmente eran un rosapálido, ahora están rojos e inchados, dándoles un toque apetitoso.
Pequeños lágrimas salían de aquellos ojos rubí, bañados en lujuria, placer y anhelo.
- zuzu... -
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