Sentía como cada paso que daba, él estaba detrás controlándome. Notaba como cada cosa que quería realizar, se rompía o salía mal. Percibía como cada persona que estaba a mi lado, se alejaba. Me percataba que todo dentro de mí, se estaba apagando. Hasta ese momento pensaba que una persona moría cuando dejaba de respirar y su corazón dejaba de latir, sin embargo eso no era así, lo descubrí con mi propia piel y mis sentimientos. Entendí que me estaba muriendo por dentro, pero nadie iba a hacer nada porque no se daban cuenta. Esa pequeña sensación de esperanza para alcanzar la felicidad se iba difuminando. ¿A quién quería engañar? En el puzzle de la felicidad yo no encajaba ni iba a encajar en ningún momento.
Se estaban creando muros protegiendo lo que en teoría era la parte más importante de mí: mi corazón. Lo que resultaba irónico porque al serlo era la que más destrozada estaba. ¿Por qué? Porque esas personas lo habían destruido una y otra vez lo que provocaba que éste ya no se pudiera recuperar. Si lo observabas estaba lleno de cicatrices algunas más grandes que otras, pero todas a la vez habían perdido ese color rojo que debía tener. Ya no quedaba ningún rastro de aquel corazón rojo lleno de alegría y felicidad, ahora solo quedaba ése donde faltaban algunos trozos que aún no le habían sido devueltos, lleno de moratones negros y cicatrices que nunca se cerraban ya que cuando lo estaban consiguiendo alguien se encargaba de rociar líquido ácido para que se abrieran otra vez.Tenía miedo a encerrarme en esa cáscara, me estaba destruyendo poco a poco sin enseñar como verdaderamente era a los demás y ellos iban a terminar creyendo que no existía pero si que lo hacía, por eso estaba allí, por alguna razón seguía respirando el mismo aire que los demás sin ser como ellos, por algún motivo seguía aún viva.
Mucha gente decía que tenía miedo a la muerte, sin embargo una vez más demostraba que yo no era como ellos ni encajaba, yo simplemente era diferente y extraña, yo no sabía ni quien era, ni el motivo por el cual era de esa manera ni si debería existir. Aunque notara que me estaba muriendo por dentro, no le temía a la muerte, pero si a la manera como vivía, llena de dolor, impotencia, rabia y rencor, afrontando a duras penas todo lo que caía sobre mí como si todo dependiera de mí pero a la vez nada porque no era nadie para decir lo que estaba bien y lo que estaba mal, ni para predecir hechos o consecuencias que tal no ocurrirían nunca. Todo a mi alrededor resultaba estar bien cuando yo permanecía sola tanto literalmente como moralmente, sin embargo la que sufría era yo. Era ilógico pensar en mí antes que en los demás, pero también lo era anteponer a los demás por delante de mí cuando ellos ni siquiera pensaban en mi persona como en una más.
No tenía miedo a un final trágico donde quien lo viviera fuera yo, pero si a un camino de piedras oscuras, indestructibles e impasable que impidieran mi propio avanzo. No tenía miedo a fallar porque, aunque no fuera como los demás, seguía siendo alguien en este mundo cruel y sin vida, seguía siendo una persona, pero que no encajaba en ningun sitio, que no encajaba en ningún puzzle provocando que me planteara el por qué de mi existencia si no era para rellenar un vacío que nadie pudiera remplazar que no fuera yo porque si alguien pudiera hacerlo por mí yo no sería indispensable y sobraría, por tanto no hubiera nacido.
Era fuerte para luchar y ocultar lo que sucedía en mi vida, pero a la misma vez débil ya que con las palabras bonitas e indicadas me derretía, provocando que no tuviera auto-control.¿Quién era? Si no podía luchar contra el mal porque era débil y no podía hacer el bien porque tenía demasiada rabia e impotencia dentro de mí ¿cuál era mi destino?¿cuál era mi lugar?¿y por qué no se me había informado que nací en el lugar equivocado en el tiempo equivocado y en la familia equivocada? Estaba agotada, apenas mi corazón latía, era uno de esos momentos en los cuales me sentía débil y rota, aunque mi apariencia indicara lo contrario, no podía aparentar lo que era ya que si lo hacía solo salía como consecuencia que me confundieran con un juguete o como un juego y que todas las personas que me rodearan a diario se convirtiendo en esos niños pequeños que me manipulaban y jugaban conmigo, que nunca se cansaban hasta que el juguete se rompía y luego, solo a veces, decidían romper en llanto sin entender que el daño ya lo habían provocado, por tanto eso no servía de nada exceptuando el caso de que quieran apelar los sentimientos de los demás fingiendo que un juguete era más que eso y que los otros apoyaran una vez más que un juguete es solo un juguete y no tiene valor. Lo que significaba que si a menudo me confundían con tal cosa, yo no tenía valor en este mundo.