Prólogo

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Con las manos temblorosas y cortas lágrimas corriendo por sus mejillas, la pequeña Shin Yuna intentaba evadir las críticas miradas de sus compañeros, negándose a alzar la vista y queriendo ignorar las risas que inundaban el salón de clases en aque...

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Con las manos temblorosas y cortas lágrimas corriendo por sus mejillas, la pequeña Shin Yuna intentaba evadir las críticas miradas de sus compañeros, negándose a alzar la vista y queriendo ignorar las risas que inundaban el salón de clases en aquel momento.

La maestra aún no llegaba al salón y los alumnos aprovechaban el corto tiempo libre para platicar, jugar, terminar tareas o ponerse al día. Son embargo, también existía aquella parte del grupo que se juntaba para hacer de pesados, jugando bromas, molestando a sus compañeros... O sino, haciéndolo con intenciones con propósito de dañarlos.

Lastimosamente, la pequeña pelinegra había sido víctima, una vez más.

Habían echado pegamento industrial por toda su banca, provocando así que su falda quedará pegada contra la silla sin posibilidad de levantarse sino es que era quitándosela. Por supuesto, no lo iba a hacer.

No era la primera vez, tampoco le sorprendía ser el blanco principal de las "bromas" de sus compañeros. En ese momento, y sus sensibles sentimientos le ganaban, sólo quería llorar y decirle a todos que la dejarán en paz de una vez por todas, pero sabía que no serviría de nada, pues nadie estaba con ella y todos la veían con los mismos ojos.

¿Acaso la odiaban? ¿Nadie la quería? ¿Por qué le hacían eso? ¿Era acaso ella el problema? ¿Hizo algo malo antes que molestó a sus compañeros?

Los niños se abrieron paso y como si se tratara de un rey, echaron vista aplaudiendo mientras reían a carcajadas.

Su perpetuador había dado la cara, y ella solo contuvo la impotencia de pararse aún pegada al asiento y echarle unos buenos golpes.

Con una sonrisa de oreja a oreja, las manos en los bolsillos y arqueando su ceja, el pequeño diablo de nombre Park Sunghoon, se echó a reír al cabo de unos segundos, acompañado de los demás menores del salón. Yuna se tapaba las orejas queriendo bloquear las molestas risas del resto. Pero las quitó de inmediato cuando las medianas y fuertes manos del pelinegro se azotaron contra la tabla de la mesa, asustandola a su vez.

Ella lo vio y tragó en seco.

Era peor verlo tan cerca y sonriendo como un desquiciado aún a su corta edad.

─ ¿Por qué te tapas las orejas Yuna? ¿Acaso no te da risa? ─ preguntó de forma sarcástica el niño.

Ella rodó sus ojos y mordió su mejilla por dentro.

─ pobre rara, deberán llevarla con todo y silla a si casa.─ comentó otro niño.

─ si le quitan la falda podrían exponer que aún usa pañal.─ se burló una niña entre la multitud.

Una vez más, todos rieron.

Shin apretó sus labios y sin contenerse más, dejó que sus ojos hagan su trabajo nuevamente, pero esta vez era incontrolable, pues las lágrimas caían rápido y sus sollozos se hicieron presente. Ella escondió su enrojecida mirada. ¿Dónde estaba la maestra? ¿Por qué se tardaba tanto?

Debía decirle, aunque sería inútil, pues lo tomaría como un simple juego de niños mandando todo a la basura y dejando que los pesados le sigan tomando de su blanco.

─ ¿Lo ven? ¡Yuna está llorando! ─ el pelinegro señaló a la niña con su dedo índice, incentivando a que el resto posará sus ojos y le siguiera la corriente.─ ¡Yuna es una llorona! ¡Una bebé llorona!─ balbuceaba el niño, y de esperarse, los demás repitieron lo mismo.

─ ¡Por eso no se quita la falda, sabe que lleva pañales abajo! ¡Bebé llorona! ─ exclamó alguien en el grupo, y todos rieron.

─ Sólo déjenme en paz...─ murmuró la pequeña inaudible.

─ mamá, ya te dije que fueron unos niños de la escuela los que pusieron el pegamento en mi silla-

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─ mamá, ya te dije que fueron unos niños de la escuela los que pusieron el pegamento en mi silla-

─ ¡Ya basta Yuna! ¿Cómo crees que van a permitir a niños de 11 llevar pegamento industrial a una escuela?─ regañó la señora aún fregando la tiesa tela del uniforme, la menor sólo hizo una mueca de decepción y le dio la espalda a su madre.─ deberías tener más cuidado en dónde te sientas, porque a la próxima serán unas buenas nalgadas las que te voy a dar.

Yuna se paró unos segundos y suspiró bajo, sólo cerró los ojos antes de responder de la forma más calmada a su madre.

─ Sí, mami.

─ ¡No piensen que volveré a traer a mi hija a esta escuela llena de incompetentes!

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─ ¡No piensen que volveré a traer a mi hija a esta escuela llena de incompetentes!

─ señora, debería bajar la voz un poco y calmarse...─ la directora intentó poner una mano sobre el hombro de la mujer, pero lo quitó rápidamente con disgusto y volvió a ver fulminante.

─ mire bien, usted señora directora... Mi hija está en el hospital por culpa de la negligencia de sus profesores.─ entre dientes y señalándola con odio encerrado le dijo.─ vaya rezándole a dios porque a mi hija no llegue a morir, porque le meteré una demanda a este colegio frente al ministerio de educación y la corte.

Terminó en seco y dio media vuelta antes de salir de la habitación, dejando a la directora con la palabra colgada.

Terminó en seco y dio media vuelta antes de salir de la habitación, dejando a la directora con la palabra colgada

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❝𝐋𝐎𝐕𝐈𝐍𝐆 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐄𝐕𝐈𝐋❞ ─── 윤훈 YunHoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora