Capítulo único.

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Otra vez Spreen vivía su celo, posiblemente la cosa que más le molestaba de ser un híbrido. Era algo insufrible para él pero también inevitable, no podía huir de ello o incluso "tomar algo para el celo" porque no funcionaba realmente así.
Siempre solía hacer lo mismo, ir a su habitación y encerrarse hasta que se sienta mejor o listo para salir, no tenía muchas opciones más que estar aferrado a una almohada moviéndose de aquí para allá en la cama, retorciéndose de a ratos y soltando quejidos por los dolores que le daba estar en tal estado, sin mencionar el gran calor que sentía, como si él y el fuego fueran solo uno.

Por suerte todos sus amigos entendían aquello y no lo molestaban, dejaban que se quedará ahí tranquilo. Exceptuando por uno, Shadoune, quién siempre que podía iba a verlo para preguntarle si necesitaba algo, comida o lo que sea, su presencia no molestaba a Spreen al contrario le agradaba mucho que alguien estuviera pendiente de él.

El azabache ahora mismo se encontraba en la cama hecho bolita, abrazándose fuertemente a la almohada deseando que sus hormonas se calmarán, cosa que parecía estar algo lejos de suceder. Apretaba fuertemente sus ojos y soltaba jadeos cada cierto tiempo, su cuerpo ardía, se sentía sucio y necesitado, necesitado de contacto físico, soltó un suave gemido ante la idea de que alguien lo tocará pero rápidamente se quitó aquel pensamiento de la cabeza.

El ruido de la puerta le hizo sacarse aquél pensamiento, sus orejas se movieron al escuchar aquella puerta rechinando al abrirse, levantó su vista por sobre la almohada y se encontró con la mirada de cierto francés. Shadoune se encontraba en la puerta mirando con algo de preocupación a su amigo, tenía en manos una bandeja con abundantes frutas, algo fresco para el oso y el posible calor que sentía el mismo, aunque dudaba de que realmente ayudarán en algo.

Por otro lado, el híbrido no pudo evitar sonreír, su cola híbrida empezó a moverse expresando su pequeña alegría entre tanto "sufrimiento", tanto por ver la comida como por ver a su compañero.

— Perdón la tardanza, Spreencito. — Se disculpó el chico más alto con su peculiar acento, a su vez se iba acercando a la mesa de luz, para dejar ahí la bandeja que traía en manos.

— No te pasa nada pa... Ni siquiera sé cuánto tiempo llevo acá. — Habló el argentino, sin tener una real noción del tiempo como solía pasarle cuando estaba en celo, él solo dejaba que el tiempo pasará y ya.

Shadoune sonrió por unos breves segundos mientras se acomodaba en la cama, sentándose en la misma dejando su espalda contra el respaldo de la misma para luego voltear a ver a Spreen, quién ya había soltado la almohada y se había acomodado, sentándose también.

— ¿Te sientes bien? ¿Te duele algo? — Preguntó con algo de preocupación el francés, él sabía que si el oso estaba hecho bolita y aferrado a algo era que posiblemente le dolía algo, aunque ya no parecía estar adolorido.

El argentino soltó una suave risa y negó con la cabeza mientras se acercaba un poco al más alto. — Solo siento un poco de dolor, el calor que tengo es más insoportable que eso. —

— ¿Quieres algo para el dolor? — Preguntó ya estando más relajado el francés, se sentía mejor de saber que Spreen no la estaba pasando demasiado mal.

— No, estoy bien. — Contestó en voz baja a la par que se arrastraba para estar más cerca del ente, su colita seguía moviéndose de un lado a otro. Se encontraba demasiado feliz por ver al más alto, tal vez más de lo normal.

Shadoune ya sabía que iba a hacer y por lo mismo no se alejó, el contrario se inclinó hacía él y colocó su cabeza contra entre su cuello y mentón, olfateando mientras se frotaba suavemente contra él, como si estuviera marcando territorio a su manera. Y sin previo aviso, una mano empezó a acariciarle el rostro al más chico, Spreen se sobresaltó un poco al comienzo pero finalmente se dejó acariciar sin reprochar nada.

Celo - Shadreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora