Capitulo 5

146 31 9
                                    

Capitulo 5

Había fallado a mi palabra, no pude llegar en ningún momento del día a la biblioteca, a causa del trabajo. No siempre me queda tiempo para mi vida personal, especialmente si esa vida personal incluye a un bibliotecario gruñón al que quiero conquistar y debe ser a paso de tortuga. No es un capricho, el chico me gusta, me gusta mucho. Es como mi tipo ideal de la adolescencia, pero en adulto.

Viste ropas poco coloridas, es delgado y eso lo hace ver elegante. Vive entre libros, por lo que es inteligente, tiene voz tan gruesa y varonil como de grande es su nuez de Adán. Estoy casi seguro que detrás de esa actitud gruñona puede llegar a ser dulce y sensual. Se ve centrado y maduro, lo ideal para tener algo formal, cosa que no viene mal a mi edad; no se encuentra todos los días un hombre así, la mayoría esta juntado o de fiesta.

Llevo dos cafés, uno amargo y otro extra dulce. Llegando a la escuela, tan temprano como me fue posible, veo la ventana de la biblioteca abierta y reposando en ella el gato, no hay hojas caídas debajo del árbol que esta fuera. Ingreso a la escuela y me dirijo por el pasillo de la biblioteca.

—Buen día—saludo entrando, lo busco con la mirada, hasta que lo encuentro saliendo de entre instantes y me ve sorprendido.

— ¿Tú?

— Traje café extra dulce para ti—levante el vaso descartable para enseñárselo, sonriendo porque parece haber olvidado el capricho de tratarme de "usted", no digo nada al respecto, no es conveniente provocarlo.

— ¿Qué haces aquí?

—Te dije que vendría con café...

—Dijiste que vendrías ayer—se acerca a mí, pero no tomo el café que aun mi mano le tiende.

—No pude, ¿será que me esperaste?—sonreí de lado mirándolo con coquetería.

— ¡Claro que no!— me asegura, pero sus mejillas se colorearon de rosa, lo mire sonriéndole más grande y él sabía la razón, hizo una mueca y tomó el café bebiendo para disimular su timidez.

—Como digas, pedí que lo endulzaran de más.

—Sigue amargo—dice, lo observo con sorpresa—. ¿Qué?—pregunta cuando continuo mirándolo sorprendido.

—Nada. Solo que tienes un gusto por lo dulce muy...

— ¿Extremo?

—Fascinante—corregí.

—La coquetería no te llevara a tener una historia que no existe.

— ¿Quien dice que regrese por la historia?

— ¿Por qué regresarías?

— ¿Para rogarte?—me aventure a contestar.

— ¿He?—su sorpresa y expresión facial me tiro hacia atrás.

—Rogarte por compasión para que finalmente me cuentes la historia—trate de arreglar mi comentario, acabado de descubrir que este chico tardara más de lo que pensaba.

— Ruega lo que quieras, pero no tengo historia.

—Seguiré regresando...

—Sigue regresando... será inútil.

—Si no consigo una historia espero conseguir...—me miró con las cejas alzadas esperando el final de mi oración—. ¿Llegar al perfecto café dulce para tu paladar?

— ¿Tienes dobles intenciones o yo lo interpreto mal?—me sorprende su pregunta tan directa, pero sonrió. Me gusta, me gusta este chico, este hombre.

— ¿Hay algún problema si es así?—nuevamente me ve sorprendido y esta vez enrojece.

—No es el lugar indicado, ni yo estoy interesado.

—El objetivo es lograr que lo estés.

—No soy gay.

—Nadie dijo que lo fueras, pero en caso de que me haya puesto el objetivo de conquistarlo es cosa mía si lo logro o no. Independientemente de si usted es gay.

— ¿Por qué de repente me trata de usted?

— ¿Cómo enamorar a alguien si no se es caballero?

—Para ser caballero, no se necesita tratar de "usted".

— ¿Y que se necesita?

—Principalmente, elegir a la persona correcta, con la misma orientación sexual.

— ¿Y luego?

— ¿Te debo enseñar como conquistar?

—Si quieres, sino, seguiré escuchándote sin problema.

— ¿Estas demente o no tienes nada que hacer?

—Tengo cosas que hacer, pero prometí que vendría.

—Eso fue ayer.

—Que ayer no pude. Hoy me di ese tiempo... ¿no me contaras lo que sucedió?

—No. Y te devuelvo el café. Esta horrorosamente amargo—me extiende el café, se sienta en su escritorio y toma un libro forrado, no muy prolijamente.

— ¿Por qué has forrado el libro?—trato disimuladamente de cambiar la conversación.

—No es de tu incumbencia.

—Solo quiero saber... ¿De qué es?

— Hagamos un trato—suspira y bufa a la vez que dejaba el libro.

— ¿Qué trato?—su mirara fija en mi es algo que realmente quiero, pero no con las pupilas brillando de odio.

— Yo responderé a todas tus preguntas, cuando tú consigas traerme un café que sea agradable a mi paladar.

— ¿En verdad?—asintió—. Lo hare, ya mismo regreso con...

—Tienes una oportunidad por día.

— ¿Por cuantos días?—pregunte entrecerrando mis ojos.

—Este indefinido—sonrió satisfecho con esa respuesta y posibilidad.

— Regresare mañana temprano, entonces.

— Como gustes—fingió concentrarse en la lectura del libro.


-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-



—Buen día—lo escucho saludarme desde la ventanade la biblioteca, lo observo con la ceja arqueada.

— ¿Por qué no entras?

— La señora que está limpiando la entrada no melo permitió.

—Era hora que alguien se ponga firme—me acerco aél.

—Ella me dijo que me daría paso si le traigo uncafé mañana.

— ¿Y el mío?—pregunto extendiendo mi mano.

—Aquí esta—lo tomo y esquivo su mirada mientraslo llevo a mis labios—. ¿Y qué tal?—pregunta, no puedo decirle que estabaperfectamente dulce—. Le puse mucha azúcar—me asegura.

—Está amargo—miento.

—No puede ser...—trata de tomarlo, pero se loniego, me observa confuso—. Le pedí a la chica que me permitiera ponerleazúcar, le puse como cinco cucharadas.

—Igual lo tomare, no he desayunado estamañana—miento.

— ¿Lo harás? ¿Y me dirás...?

—No era ese el acuerdo., tiene que estar dulce yno lo está—continuo cínicamente mintiendo.

— Volveré mañana, con el doble de azúcar.

—Como digas—lo observo de reojo, mientras tomodel café.

— ¿Y el gato?—pregunta observando todo dentro.

—No lo sé, por los techos.

—Le he traído golosinas—saca de su bolsillo unpaquete de golosinas para gato y me lo entrega.

—Oh... gracias—lo tomo y reviso.

— ¿Es tuyo?

—Se puede decir que sí.

—Pero vive aquí, ¿no?—asiento—. Eso está bien.

—Supongo... los estudiantes lo quieren.

—Es bonito... tanto como tú—lo observo de reojo,con mi vista en el vaso descartable de café, siento mis mejillas acaloradas.

—Gracias... digo, si fue un cumplido, quierodecir...

—De nada—lo miro—fue un cumplido... ¿Te molesta?—interroga.

—No, pero no por eso conseguirás la noticia,tenemos un...

—Trato—termina la frase—. Lo sé y lorespeto—termina de beber su café de un sorbo y me vuelve sonreír, de pronto no mesiento tan molesto con sus continuas e innecesarias sonrisas—. Fue un placerdesayunar en su compañía, pero debo continuar en busca de noticias—me sonríenuevamente, antes de hacer una exagerada reverencia y marcharse

Continuara...

¡Gracias por leer!

El chico detrás de los librosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora