El asensos se abre dejándome en el último piso de la corporación, sacándome de mis pensamientos.
Estoy llegando tarde y es algo que no puedo ocultar pues Davon y yo tenemos un ala únicamente para nosotros dos, jefe y asistente.
Si soy honesta a decir verdad ni siquiera estoy llegando tarde, he llegado con una hora de anticipación a la corporación, pero tenía asuntos que arreglar con el equipo creativo y me demoré más de lo que me hubiese gustado. Devon se encontrará más que molesto, no le gusta que meta mis narices en otros departamentos, por que según el "Solo puedes tomar todo lo que yo te doy, no nadie más, me obedeces a mi" aveces recuerdo sus palabras y siento que tienen una connotación sucia, pero luego recuerdo que es mi jefe e ignoro lo que me hacen sentir sus palabras ahí abajo.-Señorita Evans, me honra con su llegada- Su tono sarcástico me hace mirarlo inmediatamente. Esta recargado en el marco de la puerta de su oficina, con una mirada impaciente.
-Lo lamento mucho sr. Cárter, quedaron pendientes algunas firmas de los jefes de departamento- Miento sobre mis deberes, por que soy una cobarde y no me atrevo a aceptar que lo he desobedecido con respecto a si puedo o no hacer cosas en otros departamentos.
-¿Entonces olvidó la carpeta con alguno de ellos?- Se acerca lentamente a mi, con paso tranquilo pero firme, como un jaguar cazando a su presa e inmediatamente me golpeó mentalmente. No esperaba encontrarlo esperándome, así que simplemente no elabore mi mentira.
-Bueno, yo, yo...Si, lo olvidé, iré más tarde por ello- Cuando mi boca se cierra abruptamente, llega Justo frente a mi. Su aroma invade todo mi espacio personal y me gustaría poder dar una gran olfateada como una especie de psicopata obsesionada con el, pero me limito a respirar furtivamente su aroma. Huele a limpio con una mezcla sexy.
-Ava, esos papeles los tomen yo personalmente de tu escritorio ayer por la noche- No se si lo que me hace tomar aire con fuerza es la simple mención de mi nombre de pila o el hecho de que haya descubierto mi mentira.
-Es que...- No se si realmente tenía sentido seguir intentando cubrir mi pequeña escapada al departamento creativo, por la mirada afilada que me lanzaba pareciera que no me creería nada más y no quería arriesgarme a un severo regaño por su parte.
-Necesitas que te reprendan.- Su tono seductor hizo que de querer salir corriendo a esconderme de bajo de mi escritorio y no querer volver a salir, pasara inmediatamente a tener una Laguna entre mis piernas. Pero oh si, por favor, reprenderé Devon Carter, pero no le podía decir a mi jefe "sabes, creo que me encantaría, ¿por que no me recuestas sobre tus piernas y me das unas nalgadas?"
Davon me da una mirada cargada de muchas cosas mientras niega con la cabeza.
-Te quedaras hasta tarde hoy para compensar tu llegada tarde, la mentira y que no me obedezcas.- Me gira lentamente por los hombros y me da un ligero empujón hacia mi escritorio, cualquiera podría decir que fue bastante inofensivo, pero en la situación que le encuentro, sentí cada roce, como su mano casi llega a mis nalgas Justo cuando la posó en mi espalda baja para darme el empujón.
Como si su tacto quemara, me apresure a murmurar un "si señor" y sentarme rápido en mi escritorio sin dirigirle una mirada más, pero sin dejar pasar por alto el hecho de que, por la forma que me hablo, se que no es el monstruo inflexible que todos creen que es.
Son las 10 de la noche y Davon no ha dejado su oficina. Suspiró pesadamente mientras me levanto de mi escritorio.
Si hoy hubiese sido noche de cita para el, hubiera fingido que me quedaria hasta tarde y cuando hayan pasado unos 30 minutos de su partida, me hubiese ido también, pero desde hace meses no a sido noche de cita.
Creo que una de las cosas que caracterizan a mi sensual y malhumorado jefe, es su extensa actividad sexual, se dice que son contadas las mujeres que no han pasado por la cama de su hotel favorito y me entristece decir que una de ellas soy yo.
No es como que esté loca de que se meta entre mis bragas, pero a quien engaño, tal vez si lo estoy, pero tengo tantas cosas que perder, mi empleo, mi dignidad y mucho más, que me digo que no puedo y no debo quererlo tanto como lo hago.Entro a su oficina después de un par de toques. Su rostro serio y su cuerpo tenso hace que mi corazón revolotee en consideración. No creo que nadie en este mundo prefiera mil veces estar hasta altas horas de la noche en la oficina, antes que en su casa tomando una delisosa cena, tal vez con sus amigos o familia.
-Sr. Cárter, ¿gusta que llame a italianis para pedirle algo de cenar?- Sus ojos se iluminan, lo que me hace sonreírle.
Puede ser un cabron, demasiado condescendiente, demasiado sarcástico, demasiado crítico, pero siento que puedo ver a la persona que se encuentra detrás de ello y me atrevería a apostar a que lo conozco mucho más que muchos de su círculo cercano.
-No gracias, tengo una cita, llama a mi hotel preferido y corrobora que la suit esté lista para cuando llegue, pide que llenen la bañera con agua caliente y prendan velas- Y luego claro, hace esas peticiones y dejo de vanagloriarlo en mi mente.
Suspiro cansada y solo asiento.Han pasado 2 horas después de la petición de mi jefe, yo creo que el agua ya se a de haber enfriado. Voy a su oficina cansada de todo.
-Sr. Cárter, he terminado mis pendientes del día, me voy a casa, ¿gusta que llame al hotel para pedir que mantengan el agua caliente?- El me mira de una manera extraña y asiente, ni un cometario más, ningun "gracias Ava eres la mejor asistente" ni nada.Cuando salgo del edificio el aire frío me golpea y es cuando recuerdo que deje mi saco adentro, pero me rehuso a volver, estoy fuera.
Camino rápidamente por la acera esperando poder alcanzar uno de los últimos metros, si no, tendré que pagar un taxi y por cómo está mi situación, no me lo puedo permitir.
Tras mi madre haber sido diagnosticada con cancer y la mala jugada que le hicieron los de su seguro médico, me tocó pagar todo, desde consultas, cirugías, medicamento, quimioterapias y cuando mi madre dejó este mundo, no solo tenía cuentas acumuladas de sus gastos de hospital, también de su funeral.
Podría tener un buen sueldo, pero con la cantidad exorbitante de deudas que se habían acumulado, vivía al día, no podía darme el lujo de pedir por Uber eats o tomar un taxi.
-Ava- La vos de mi jefe me saca de mis pensamientos, tiene su cabeza fuera de la ventana del auto, mirándome como ya es común, de una forma que no puedo descifrar.
-No me digas que vas andando a casa
-Oh, no, Camino al metro
-Sube, te llevo, es tarde, no creo que sea seguro tomar el metro a estas horas.
-No, enserio sr. Carter, no se moleste, se que tiene planes esta noche.- Mis negaciones se ven cortadas cuando el baja del auto, se acerca a mi, pone su mano en mi espalda baja y me guía a su auto.
Nos sentamos juntos en la parte trasera de su auto y después de darle mi dirección, nos sumimos en una oscuridad silenciosa.
No hemos avanzado ni 5 cuadras cuando somos detenidos por el trafico.
No es de sorprenderse, es viernes por la noche, todos salen de fiesta.
El y yo no hablamos nada y por más que intento mantenerme despierta, mi cerebro sin permiso se comienza a apagar.Mis ojos se abren lentamente cuando comienzo a sentir la respiración acelerada de Devon. Me giro a verlo y lo atrapo viendo con desprecio mi edificio.
Esta bien, no es ni la mejor zona de la ciudad ni el mejor edificio de departamentos qué hay, pero no puedo darme el lujo de pagar otro lugar, para ser sinceros, casi que nisiquiera puedo darme el lujo de pagar este lugar, con la rapidez que se juntan mis deudas, estoy a nada de quedar en la calle.
-¿Tu vives aquí?- Me encojo en mi sitio avergonzada de que justamente el tenga ver las condiciones del lugar en el que vivo.
-Bueno si, no es una zona tan mala como todos creen.-Niega tras sacar un bufido exasperado. -Bueno, gracias por el viaje, nos vemos el lunes.- Me escabulló cobardemente de su lado y bajo del auto.
No miro atrás cuando entro a mi edificio. Me apena pensar que el sigue ahí, viendo en la ruina de lugar que vivo, pensando qué tal vez, soy igual que todo lo que me rodea.
No es hasta que llego a mi departamento y dejo mis cosas, que por fin puedo respirar.
Me repito una y mil veces que no puedo avergonzarme, volvería a tomar todas y cada una de las decisiones que tome hasta llegar a este lugar, por que cada una de esas decisiones me dieron un poco más de tiempo con mi madre y eso significa todo.
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La chica del jefe
Lãng mạnEstar secretamente enamorada de mi jefe era probablemente la cosa más inconveniente y más insensata que había hecho. Ni siquiera creo que me cállese bien del todo. La realidad es que era un jefe bastante severo; Le gustaba que las cosas fueran de un...