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La oscuridad de mi mente se despejo. Termine de soñar cuando el olor del pasto y flores inundo mi nariz. El sonido de los pájaros resonó en mis oídos, me revolví un poco dentro de las sabanas.

"...tan... suave..."

Frote mi rostro en mi almohada, me esforcé por última vez para evitar que el sueño volviera a mí.

Abrí mis ojos y el sol me recibió, cegándome unos segundos.

Empecé a moverme y me destape, me arrepentí casi de inmediato cuando el frio de la mañana abrazo mi cuerpo, ignorando el frio abrí las entreabiertas cortinas.

La escarcha se veía muy clara en el vidrio de la ventana y me fascine con los reflejos del sol que daba una variedad de colores.

Mire mi camisón de dormir.

"parece que tendré que cambiar al pijama de invierno pronto, las camisas de padre no son muy útiles con el frio, el que sean tan grandes no ayudan mucho" Claro que solo usaba de las camisas que ya no utiliza, eso acompañado con unos shorts era lo que utiliza cuando es verano y primavera.

Escuche el familiar sonido de la puerta abriéndose, no voltee para ver quién era. En cambio moví mis piernas fuera del colchón y me senté un momento, no pensando nada en absoluto.

-Puedes pasar-Dijo despacio y somnoliento, no estando lo suficientemente despierto para decirlo con más energía.

La puerta chirrió despacio al ser abierta, el sonido de los pasos ligeros sonó en el piso de madera y se acercaba en mi dirección, tan silenciosa como siempre.

Escuche como dejaba mi ropa encima del escritorio al lado de mi cama y salió en silencio, probablemente esperando afuera de la puerta. Me decidí por fin a bajar de la cama y no debí haberme sorprendido tanto por lo helado que estaba el suelo.

Ignore el frio y entre al baño de mi habitación e hice mi aseo personal. Mire mi rostro en mi espejo, al menos soy lo suficientemente alto para hacerlo sin usar un banquito.

La imagen que reflejo fue la de un niño, cabello rojo intenso, largo y desordenado, ojos verdes esmeralda que tenían reflejos de color azul claro que se mezclaban dando un color turquesa, de piel clara y una pequeña nariz. Lo más extraño que podía verse del reflejo eran un par de cuernos marrones que salían de su cabeza y miraban detrás de la misma, en la base de los cuernos había un aro dorado que la cubrían, aunque solo era extraño para las personas normales.

"Me pregunto si serán igual de grandes que los de mi padre" Pensé distraídamente mientras me lavaba los dientes, asegurándome de llegar a todas las partes de mi boca, como me enseño mi madre.

Después de terminar con eso salí del baño y mire la ropa que me había dejado encima del escritorio al lado de la cama.

"Es increíble, parece adivinar lo que necesito ponerme antes de siquiera pensarlo"

Me tome un momento para ver el abrigo que según mi padre, lo hace a mano y el pantalón a medida, la camisa a diferencia de la que estoy usando ahora es mucho más pequeña y acorde a mi tamaño.

El abrigo era de un tono naranja pálido con bordados verdes y celestes, parecía estar hecho de lana de algún tipo, con el cuello amplio para que pudieran entrar mis cuernos sin problemas, tenía un aspecto muy cálido. Generalmente uso camisas porque rara vez hay camisetas que puedan dejar pasar mis cuernos sin luchar con ellas hasta romperse.

Los pantalones eran azules oscuros sin muchos detalles, pero de aspecto lizo y apretado en los tobillos. Por ultimo uso unas botas marrones que me aseguro de atarlas bien para no molestarme en abrocharlas de nuevo.

Mahou no HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora