I. La entrada dorada.

73 3 0
                                    

Ízaro en multimedia.

Ízaro Specter:

—Entonces, ¿tienes esas entradas?

—¡Si! —chilló ella emocionada—. Las conseguí por Henry, que es mecánico parte de los pits, estará increíble.

Eliza estaba muy eufórica por la famosa carrera de Fórmula 1. Era la primera carrera en el inicio de la temporada, grandes campeonatos se llevaban a cabo durante algunos meses.

Henry era el novio/prometido de Eliza. Era mecánico y miembro del equipo de pits, estando bajo el mando de Luka Grant, un corredor bastante reconocido en el mundo automotriz. Era de una edad bastante avanzada a sus treinta y ocho años, pero había durado bastante en las carreras.

Pero como toda era llega a su fin, Luka estaba siendo reemplazado. Hace un año y medio, asomaba su cabeza en el mundo de las carreras un joven con muchísimo talento, Egan Markgraf. Era como el "sucesor" de Luka Grant. Ya había ganado varios premios pequeños y todos tenían altas expectativas en él para ganar

Tuve la suerte de verlo una vez cuando fui de visita al autodromo donde practicaba hace un año, apenas cruzamos una sola mirada. Era poco decir que era un hombre extraordinariamente apuesto. Seguro acostumbrado a tener a todas las mujeres que queria a sus pies y de rodillas.

—¿Vamos? —me preguntó ella, ansiosa—. Puedes venir con nosotros.

—Ammm... No sé, Eli. —encogí mis hombros—. Mañana tengo ensayos y no puedo pasarme toda la noche allá.

—Jamás sales, Iza. Tendrías que divertirte un poco más, la vida no es solamente baile.

—¡La mía si! —crucé mis brazos sobre mi pecho—. Sabes que si.

—Solo una vez.

—Ya te he acompañado una vez. —recordé.

—Otra vez no le hace daño a nadie —juntó sus manos, suplicante—. Solo al entrenamiento, nada más. No es necesario que vayamos a la carrera inicial...

—Eli...

—Por fis... —me miró con ojitos tiernos—. ¿Si?

Suspiré, —. Déjame pensarlo, ¿ok?

—¡SI!

Ella comenzó a dar saltitos alegres como si hubiese dicho que si. En parte ella sabía que cuando respondía, efectivamente iba a ir.

Fui hasta los vestuarios, me senté con la banca para quitarme mis zapatillas de danza, las guardé en mi mochila para ponerme el simple calzado que usaba a diario. Me levanté y me vi en el espejo que teníamos frente al banquillo. Mi reflejo, era el de una chica simple y aburrida.

Tenía el cabello castaño oscuro, piel trigueña y ojos azules. Cuando estábamos por bailar en algún recitales era esencial que me maquillará para estar a tono con las pieles de las demás bailarinas, eran sumamente blancas y yo no manejaba ese tono de piel.

Recuerdo como luche y lloré, días y noches, cuando en algún estudio no me aceptaba por eso.

—Tienes talento, pero tu piel...

Esas eran las típicas palabras de los directivos, hasta que llegue a Black Swan Study. Donde nadie dudo de mi, solo era eso lo que me pedían, que me maquillará y ya. Aún no me gustaba eso, pero me sentía genial por fin siendo parte de algún lado, aunque no fuera muy conocido.

El Cisne De La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora