C E R O

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ADVERTENCIA: VIOLENCIA Y ABUSO SUMAMENTE GRÁFICO

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Un gato callejero  —  Tokio — Actualidad

Sus ojos se detienen en el bulto que está recargado de la pared a lado de la puerta de su apartamento. Desvía la mirada y da un largo suspiro lleno de alivio, finge resignación, sin embargo de verdad se siente tranquilo de verlo ahí, de verlo sano y salvo. Avanza en silencio y los ojos granates se fijan en él cuando ya está a su lado abriendo la puerta. 

No duda en hacerse a un lado dejando el camino libre para que el rubio se incorpore en silencio y entre justo antes que él. Lo estudia mientras que lo ve sentarse en la escalatina que hay en el recibidor de su apartamento, se quita los zapatos con parsimonia y los deja acomodados a un costado, justo junto a las pantuflas que normalmente ofrece a invitados, las suyas y las de Ochako, es precisamente en estas últimas repara más tiempo de lo esperado. 

Los ojos granates se dirigen a la imponente figura que entra para cerrar la puerta detrás de él, no olvida poner el pesquillo antes de dejar caer la mochila con su ropa sucia. Antes de salir de la agencia se dio un baño, así que no le importa en flexionales para cubrir el cuerpo del otro con el suyo cuando extiende los brazos llamándolo. 

Sus bocas se encuentra, sus lenguas danzan, sus cuerpos fríos empiezan a entrar en contacto y movimiento, y aunque el piso está congelado por las bajas temperaturas, se desprenden de sus ropas conforme el calor les nace desde el vientre. 

—Kacchan... —llama Izuku mientras que se empuja dentro del rubio que se aferra fuertemente de los hombros ajenos. 

La respuesta no viene en un sonido legible o humano, es un alarido producto del placer de sentir su próstata siendo machacada por el miembro del héroe número uno. Sus uñas se entierran más en la piel de por si herida y maltratada del contrario. Atrapa entre sus dientes el lóbulo del oído. 

—Maldito... nerd... hazlo más duro —suplica aunque su tono es ahogado y las lágrimas que son en parte dolor y parte lujuria escurren hasta disolverse con el sudor. 

Se derraman en el recibidor, contra la pared del pasillo, cuando empujan las cosas de la mesita que Ochako amablemente adorno con un jarrón que ya está estrellado, también retardándose de la puerta que ninguno de los dos alcanza a abrir porque son un nudo de carne y gemidos. Izuku se desespera al no poder abrir y recurre a su quirk para destrozar la chapa con la misma facilidad que exprime gelatina un niño y Kacchan pone los ojos en blanco porque el miembro crece al mismo tiempo que el héroe ha activado su peculiaridad, todo él parece crecer y hacerse más ancho, y apenas llegan a la cama, el rubio lo empuja y ahora es él que se mueve sobre ese miembro haciendo que Izuku no pueda respirar porque es perfecto en todos los sentidos. 

Bakugo Katsuki sabe que jamás se va a comparar con la fuerza física que Izuku Midoriya posee si quiera en uno de sus dedos, pero aún así, le encanta imprimir violencia en cada uno de sus movimientos hasta que el el alma se escapa de su cuerpo y el orgasmo llega sin siquiera haberse rozado su propio pene. Así de puta es, así de zorra le fascina sentirse. Es recalcitrante en las palabras que su el idiota de su ahora exnovio le ha dicho.

Cae sobre el pecho de Izuku mientras respira por la boca aún con espasmos que lo hacen encogerse como un niño con miedo porque le ha asustado lo bien que se siente. Lentamente salen de él, lo abrazan con cariño, le besan el hombro con amor que no se merece y es cubierto por fuertes brazos que lo confortan hasta que se queda dormido, está exhausto, solo ahí puede llamar hogar. 

Hasta que la carne se rompa [BakuDekuBaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora