Sólo soy un chico.

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Por qué duele tanto.
No sólo lo físico.
También lo emocional.
No es un dolor punzante.
Es más profesional.
La sangre escurriendo.
La rabia explotando.
Quiero desaparecer.
Pero es espeluznante.
Sólo irme al anochecer.

Sólo soy un chico.

No canto.
No nado.
No bailo.
No viajo.
No toco.
No tejo.
No barro.
No cocino.
No práctico.
No conduzco.
No aprendo.
No miento.
No fumo.
No bebo.
No lloro.
No creo.
No río.
No veo.
No sigo.
No fluyo.
No intuyo.
No deduzco.
No escurro.
No deslizo.
No siento.
No duelo.
No existo.
No vuelo.
No tengo.
No riego.
No soy.
No sé.

No.

No imagino.
No improviso.
No escribo.
Me escriben.

No duele.
Sí duele.
Quiero vomitar.
Por qué duele tanto.

Hace casi un año
solo era un niño
que no debía sentir
lo que un adulto.

— Dori

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