La primera vez

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Debió haber tenido algunos 8 años. Si ahora mismo le preguntaran por esos días lo mas seguro es que no los recordara o al menos eso es lo que siempre expresaba.

Acariciaba al gato de su madre, tenia el pelaje de un café chocolate muy intenso, sedoso y bien cuidado. Todo lo contrario a ella, con su cabello rubio revuelto y enmarañado.

Llevó al felino al ático, aquel lugar que era tan suyo. Ahí podía estar el tiempo que quisiera, y como había tantas cosas almacenadas, cuando iban a buscarla en aquel lugar ella solo se escondía detrás de todas los objetos que estaban apilados, guardaba silencio y era como si hubiese desaparecido.

Solía llevar algunas mascotas, jamás a Cookie, era la primera vez que la tomaba en brazos, ya que su madre cuidaba a su gato mas que a su propia hija. Había hecho algunos experimentos, la curiosidad formaba parte de ella y conforme crecía esta no hacia más que incrementar.

Se molestó.

Ningún otro animal había impuesto tanta objeción o al menos Wen no se lo había permitido. Estuvo a punto de apretar el frágil cuello del animal, quería que dejara de moverse, quería saber que era lo que lo hacia tan diferente de ella... ver de que estaba hecho para que su madre lo prefiriera.

—¿Wendy? ¿Qué haces?

Levantó la cabeza y se giró lentamente, mostró la sonrisa que a su padre solía gustarle. Por alguna razón a los adultos les gustaba que ella elevara las comisuras de sus labios. No entendía porque era así, si a ella le parecía una acción de lo más inútil.

—Solo ayudaba al gatito, tío Nath­­— dijo con una inocencia difícil de ignorar— Escuché como lloraba y lo encontré así.

Wendoline se hizo a un lado para dejar ver al mayor que era lo que sucedía. Nathaniel no era tan grande, en ese entonces el joven tenia 12 años y tantos meses, estaba por cumplir los 13 y ya acudía a esa escuela tan importante que su padre le prometió iría alguna vez.

—Deja que me ocupe de esto— no parecía muy convencido de la versión que su sobrina le daba, Wen sabia que su tío era una persona difícil de engañar y en algunas ocasiones ya la había pillado en medio de una mentira, pero por razones que ignoraba, Nath siempre la cubría para que no se metiera en problemas— Wendy... debes de dejar de hacer estas cosas. Asustaras a tus padres— dijo mientras dejaba en libertad al gato.

—Solo tenia curiosidad, papá dice que no hay nada de malo en querer saber cosas. Saber es bueno. Y yo quería saber que era lo que Cookie tenia dentro de ella— su voz era mecánica, sin matices.

Sinceridad. Otra de las cosas que aprendió al lado de su tío. 

Supo desde ese día que no debía de decir abiertamente lo que pensaba. Las facciones del chico cambiaron severamente, la miró con intensidad y la sujetó por los hombros.

—Mi hermano no quiso decirlo de esa manera. Esta bien saber cosas, sí.— Recalcó.—Pero no es correcto cuando dañas ¿Entiendes?

La rubia asintió, pero lo único que había entendido era que no debía ser vista de nueva cuenta. Entendió la importancia de ser cautelosa. No deseaba que su tío la encontrara de nueva cuenta, ya habían sido demasiadas las veces que él veía ese lado de ella, y no quería que Nath la odiara. No podría soportarlo. Solía ser de una forma tan peculiar con ella que Wen podía decir, sin ningún margen de error, que su tío era la única persona que aun conociendo esa faceta suya la quería. Y Wen no podía mas que ser reciproca en ese sentimiento.

Se dio cuenta por primera vez cuan grande eran esas emociones, y cuan estorbosas serían.

La primera vezWhere stories live. Discover now