Chapter Two

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"No lo sé", respondió Angelo, sus ojos escudriñando los alrededores. "Pero tenemos que tener cuidado. Podría ser una advertencia".


"¿Una advertencia? ¿Qué quieres decir? preguntó Mau, con voz temblorosa.


"Quiero decir que alguien podría estar intentando enviar un mensaje", dijo Angelo, con la mandíbula apretada. "Tenemos que estar en alerta máxima a partir de ahora".


Mau asintió, con el corazón todavía acelerado. Sabía que Angelo tenía razón. El ataque podría haber sido una advertencia, y tenía que tomárselo en serio. A partir de ese momento, Mau y Angelo fueron aún más cautelosos con su entorno. Evitaban salir solos, y Angelo se aseguraba de comprobar todas las habitaciones antes de que entrara Mau.


Un día, Mau entró en el despacho de Angelo con cara de angustia. "¿Qué ocurre? preguntó Angelo, dejando los papeles.


"Recibí un mensaje de un número anónimo", dijo Mau, con la voz apenas por encima de un susurro. "Dicen que saben dónde vivo y que me están vigilando".


El rostro de Angelo se endureció. "¿Has respondido?"


"No", dijo Mau, negando con la cabeza. "No sabía qué hacer".


Angelo se levantó de la silla y se puso delante de Mau. "Escúchame. Hiciste lo correcto. No les respondas. Nos ocuparemos de ello. Instalaré cámaras de seguridad adicionales y reforzaré la seguridad alrededor de tu apartamento. Estarás a salvo, te lo prometo".


Mau asintió, aliviado. Confiaba su vida a Angelo y sabía que haría todo lo que estuviera en su mano para protegerle.


Con el paso de las semanas, la ansiedad de Mau empezó a remitir. Los mensajes anónimos habían cesado y no se habían producido más ataques. Empezó a sentirse más él mismo y a centrarse de nuevo en su carrera.


Un día, Angelo entró en el camerino de Mau mientras se preparaba para una sesión de fotos. 


"Tengo buenas noticias", le dijo con una sonrisa en la boca.

"¿De qué se trata? preguntó Mau, curioso.


"Me acaban de decir que han cogido a la persona que intentó atacarte", dijo Angelo, con los ojos brillantes. "Han sido acusados de intento de secuestro y agresión. Ya no tendrás que preocuparte por ellos".


La cara de Mau se iluminó de alivio. "Gracias a Dios", dijo, sintiendo que se quitaba un peso de encima. "No puedo agradecértelo lo suficiente, Angelo. Me has salvado la vida".


Angelo se encogió de hombros, con aire humilde. "Es mi trabajo. Me alegro de haber podido ayudar".


Mau miró a Angelo, sintiéndose agradecido. Se dio cuenta de que Angelo se había convertido en algo más que un guardaespaldas para él. Se había convertido en un amigo, alguien con quien podía contar pasara lo que pasara. Talvez algo mas, pero no se atrevía ni a pensarlo en ese momento.


"Oye, ¿quieres venir a mi fiesta esta noche?" preguntó Mau, sintiéndose impulsivo. "Es sólo una pequeña reunión, pero me encantaría que vinieras".


Angelo puso cara de sorpresa. "¿Estás seguro? No quiero molestar".


Mau negó con la cabeza. "No eres una imposición. Has estado conmigo en todo. Quiero que estés ahí".


Angelo parecía conmovido. "Será un honor. Gracias, Mau".


Esa noche, el apartamento de Mau se llenó de amigos, música y risas. Mau se sentía feliz y despreocupado, rodeado de gente a la que quería. Y en medio de todo ello estaba Angelo, vigilándole con una sonrisa en la cara.


A medida que avanzaba la noche, Mau estaba algo embriagado y decidió apartar a Angelo. "Oye, ¿puedo preguntarte algo?", le dijo, nervioso.


"Por supuesto", respondió Angelo, con expresión seria.

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