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Palabras precisas, sonrisas perfectas.

Últimamente me he empapado de canciones con líricas resentidas, esas de letras que expresan un odio severo disfrazado con versos poéticos, donde parece resaltar el amor siendo que lo discrimina alguna nota musical, que sinceramente, conozco poco.

Me gusta la música. Si no tuviera demasiado trabajo por hacer, me encantaría estar boca arriba, con unos audífonos puestos, disfrutando de la soledad y las melodías que le hacen cosquillas a mi cabeza. Tristemente, sé que mi sueño banal tiene que postergarse, huir de la injusticia que resulta ser mi vida calificada como aburrida; los rumores que rebotan por los pasillos de la empresa tienen mucha razón, me encasillan en algo lúgubre, amargo. No soy más que la nada hecha carne y pensamientos tejidos, no soy más que millones de átomos enlazados, un hombre que va para los treinta y se cuestiona si su mundo es una simulación.

Pero, como existe la locura, me creo real.

Permítanme presentarme, me llamo Kazutora Hanemiya, un placer. Disculpe mi desvarío, pero como bien mencioné, es la música la que me ha brindado dotes de principiante para creerme filósofo.

Esta vez quisiera hablar de mí, de lo que creo que soy como individuo, de aspectos generales de mi monótona vida. Quiero excluir el trabajo, ya no soporto ver más números y carpetas apiladas esperando a tener mi tiempo de lectura. Así que, deme la libertad de solo ser yo, expresar un poco de mi equilibrio mental, o el que pienso tener.

Una de las cosas que me gustan, aparte de la música, es dormir.  Dichoso privilegio es el dormir. A la fecha de hoy, me avergüenza ser un fanático y hábil dormilón, siento que cualquier cama o el mismo suelo me lanza hechizos, de niño no importaba el lugar, simplemente me ganaba la naturaleza y decidía entregarme al mundo onírico por las horas estimadas que según la ciencia, hacen crecer bien.

Fui cómplice y víctima del engaño de mis padres, quienes prometieron que descansando, podría ser un gran hombre. Me quitaron a la fuerza mi costumbre de tomar siestas por la tarde, y aquí estoy, con insomnios todos los días porque, ahora siento que dormir me quita tiempo. Y aunque lo amo, tengo que evitarlo muchas veces.

Acepto que estoy mal. Si contara esto a mis amigos, se sorprenderían, y posiblemente ataquen con preguntas del tipo"¿Cómo es que vives así?". La verdad, solo siento existir, en ratos me siento vivo cuando el azúcar se me sube y entonces me hago una máquina contestando llamadas y cerrando contratos...

Joder, no quería recordar el trabajo. Siento que olvidé algo.

Pero que importa, intentaré continuar...lo malo es que ya no sé que más decir, decir algo que realmente valga la pena.

Ya, creo que si te hablo de él podría interesarte, después de todo, sigue tratándose de mí también.

Tengo un prometido. 

Se llama Chifuyu Matsuno, es cinco años menor que yo, estudia ingeniería en informática, es realmente bueno en ello. Ama los dulces, los tulipanes, los mangas románticos, jugar, y pasar el rato con su gato, él es un chico muy lindo.

Dentro de unos años más me casaré con él. ¿Qué?, ¿Esperabas otra orientación sexual de mí?, pues si te soy sincero, ha sido el único chico que me ha gustado, y quizá sea porque desde niño me dieron a entender que Chifuyu sería mi pareja. Nuestra relación es como un convenio a la Antigua, me entregaron el corazón de Chifuyu cuando tan solo era un bebé, yo seguía estando muy pequeño así que no entendía nada, pero con los años entendí lo que significaba cuidarlo, iba más allá de perseguirlo en juegos y estar al pendiente de que no se cayera, prácticamente era mantenerlo bien. Bien para mí, bien consigo mismo.

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Estoy pensando seriamente en huir de mi futura boda [Kazufuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora