Te amo, te odio ¿quién sabe?

La cafetería

Amo el café, es una bendición del cielo literalmente, así que, me dirijo como todas las mañanas a comprar mi adorado café, se me hizo más tarde de lo habitual ya que tuve que comprar comida para mis gatitos.

Llegué a las 10am al establecimiento, mi cafetería favorita. Tengo recuerdos con mi padre desde chiquita de este lugar, significa mucho más que un buen shot de cafeína.

Lo vi, un ser totalmente desconocido para mis ojos, me sentí diferente enseguida, estaba ocultando una sonrisa de mis labios y queria reirme. Sigo sin saber a que se debia, pero como muchos dicen, tal vez fue el amor a primera vista.

Un chico alto, en sus 17 años, pelo negro, ojos azules, bonita sonrisa definitivamente, nunca la olvidaré.

Tenía dos anillos, uno muy particular, con un una J y una H, iniciales que no se ven a menudo juntas, supuse que era su nombre. Y tuve razón.

Su vestimenta mostraba total confianza, pero también misterio, no podía evitar preguntarme que hacía en ese lugar, no encajaba para nada. Es totalmente opuesto a mí, cabello rubio y corto, ojos marrones tan oscuros que podrían ser negros, y a diferencia de él yo traía mis libros del colegio, y él una computadora.

Continue mirándolo tanto tiempo que se percató y esto me hizo desviar mi mirada, sintiendo ahora la suya sobre mí.

-Señorita, que va a pedir? - me había quedado parada frente a la caja sin decir nada, me había olvidado completamente de la bebida, no puedo creer que se haya metido en mi cabeza tan rápido.

-Un latte por favor, gracias.

-De nada, disfrute- Me dijo el agradable joven detrás de la caja. 

Decidí quedarme un rato, ya que tenía mis libros ahí, comencé a estudiar un poco.

Había pasado media hora, y el chico misterioso el cual su nombre tal vez empezaba con J, se paró y cruzó la puerta, pero algo cayó sobre mis estudios, una nota.

''Podrías dejar de mirar a la gente de esa manera, da miedo.

Y mejor estudia a partir de la página 39, es lo que yo hice.''

Quede anonadada, esta persona va al mismo colegio que yo.

Volví a mi casa, muerta de vergüenza, todo porque me quedé mirando como acosadora.

Alimente a mis gatos y decidí estudiar a través de la página que me recomendó mi amigo J.

Parece que tendré que verlo el lunes.