EL rugido del león

Capítulo 11

Pasaron dos semanas antes de que finalmente recibieran noticias de Viktor Krum. En ese momento, La Orden estaba buscando lugares en los que pudieran establecer las emboscadas perfectas, lejos de los muggles y que les diera las mayores ventajas. Todos los que se alojaban en la casa de Flamel estaban entrenando para pelear, o en el caso de cualquier persona menor de dieciséis años, aprendiendo cómo ayudar a Molly Weasley con cualquier herida que pudieran tener cuando terminara.

Desde el amanecer hasta el anochecer, todos estaban entrenando o planeando lo que todos esperaban que fuera un punto de inflexión serio en la guerra. Sin embargo, el estado de ánimo no era sombrío, ni siquiera tenso. De hecho, había una creciente emoción en el aire. Casi todas las noches, todos se reunían alrededor de una mesa alargada para compartir la cena y hablar de cualquier cosa. Fue una verdadera experiencia comunitaria en muchos sentidos. Todos ayudaron a los demás, todos trabajando por un objetivo común. La caída de Voldemort. Hermione comentó una noche que estaba segura de que sería aquí donde nacería un nuevo gobierno más fuerte y mejor.

Después de casi dos semanas completas de preparación continua, Ojoloco Moody sintió que era hora de que todos se tomaran un descanso, por lo que convenció a Amelia Bones para que ordenara un día de descanso. Fue en esta mañana que Harry se levantó más temprano que antes. A pesar de que todavía se estaba recuperando, había participado en todo el entrenamiento que podía. A menudo, alguien lo enviaba de regreso a la cama, pero a medida que se fortalecía, se veía obligado a retirarse un poco más tarde cada día.

Harry se despertó justo cuando el sol salía sobre la costa este, sintiendo el suave aliento de Daphne en su cuello, donde se había acurrucado más cerca de él la noche anterior. Él sonrió y acarició suavemente su brazo desnudo, amando el suave ronroneo que ella hizo al tocarlo. Tan suavemente como pudo, se deslizó fuera de su abrazo y agarró un par de pantalones cortos para cubrirse.

Estaba un poco sorprendido de que estuviera despierto a esta hora, ya que la noche anterior, Daphne había abordado el tema de su apresurado acto sexual. Ella había expresado su preocupación de que no estaban disfrutando realmente de la experiencia cada vez porque estaban preocupados por la guerra o por alguna otra cosa. Así que Harry decidió que prefería no hablar del tema y pasó las siguientes cinco horas mostrándole que nada en el mundo le importaba más que su felicidad. Sintió que podría haber durado un poco más, pero al parecer, Daphne simplemente no pudo seguir el ritmo. Por supuesto, ella culpó al hecho de que ella había estado entrenando más duro que él, a lo que él señaló que siempre lo enviaban a descansar.

Aún así, al final, nada se sintió mejor al tener a la mujer que amaba durmiendo envuelta en sus brazos. Mientras la miraba, agarrando las sábanas donde había estado un momento antes, luciendo tan completamente en paz, Harry recordó una vez más por qué estaba peleando cuando hubiera sido mucho más fácil huir. Fácilmente podría tomar a Daphne y huir lejos, pero les estaría robando a otros momentos como este, y Harry estaba seguro de que cada ser merecía la felicidad que estaba sintiendo en ese momento.

Un ligero golpeteo en la ventana del dormitorio lo sacó de su momento de reflexión, y vio una lechuza común muy grande mirándolo fijamente con un sobre grande. Harry abrió suavemente la ventana y permitió que la lechuza entrara. Tomó el sobre y la lechuza se fue de inmediato, sin esperar ni una golosina ni agua. Harry deslizó sus dedos debajo del sello y sacó el pergamino doblado.

Harry,

Me he estado preguntando cuándo me escribirías de nuevo. Yo mismo te habría escrito, pero debes haberte escondido bastante bien. Mi lechuza no pudo localizarte. Por favor, no espere que su lechuza regrese por unos días. Estaba bastante cansada cuando me alcanzó. Supongo que ella no ha estado fuera por un tiempo. No temas, la están cuidando muy bien.