Parte Única

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Tú mente divaga, iba y venía en leves parpadeos. El calor y el cansancio pagaban factura en tu cuerpo sudoroso. Y por si fuera poco, sostienes en ambos brazos y hombros numerosas bolsas de ropa y demás accessorios femeninos, todos y cada uno de pertenencia de tu compañera de hechicería. Kugisaki Nobara.

La usuaria del muñeco vudú solo se encontraba a varios pasos de tu persona, liderando la cita de compras, aprovechando su tiempo libre del exorcismo de maldiciones.

Y tú cómo todo interesado en su persona, no dejaste pasar la oportunidad de estar un tiempo a solas con ella sin el resto de tus compañeros, aunque nunca verías a Itadori y Fushiguro como una molestia, agradeces los momentos como estos.

—Eh, Nobara-san, ¿Podríamos detenernos a descansar? —Suplicas, dando prioridad a tu cansancio físico.

Volteando todo su cuerpo para mirar tu estado, pareció pensar la respuesta.

—Claro, porque no. Te veo cansado —dice para tu alegría y añadió:—. ¿Te parece si compramos algo para comer?

—Lo agradecería.

[...]

—«¿Como le haría Itadori para cargar tanto?» —reflexionas, observando el cúmulo de bolsas a tu costado. Estabas intrigado con la capacidad física de tu compañero —. «Bueno, fue capaz de atravesar un muro, esto no debería de sorprenderme»

—¿Que tanto piensas? —pregunta la del cabello naranja, tomando asiento en aquella mesa del que café en donde estaban, ofreciéndote una bebida fría.

—En lo excepcional  que es Itadori —respondes sincero, agarrando la botella que te ofrecía.

—No veo que tiene de excepcional ese tonto —comenta despectiva, aunque sabías que no lo decía con mala intención —. Es un rarito. Igual que Fushiguro.

[...]

¡Achu!

—¿Estás mal Megumi? —pregunta Maki ante el repentino arrebato del pelinegro.

—No. Solo siento ganas de golpear a alguien —menciona con molestia.

[...]

—Yo no diría que Itadori sea raro, el es más como un rayo de sol —explicas —. Fushiguro es un tanto amargado, pero se que en el fondo, muy en el fondo, es una buena persona.

—Tu también eres raro —se burlona.

—¿Eh?

—Estoy segura de que cuando eras un niño te ponías a llorar si pisabas una hormiga —comenta con una sonrisa divertida de lado a lado.

Solo te limitas a quedarte callado, en lo que la sangre se acumulaba en tu cabeza, tu acompañante no estaba muy equivocada. Y aquello solo sirvió como una señal de que había acertado.

—Tu pareces la clase de persona que le pega a los niños de pequeña —le sigues en su juego.

—Obvio —admite con una sonrisa —. Y con ganas, los mocosos de ese pueblo eran muy molestos.

—Debe haber sido difícil.

—Ni tanto —Mira al rededor en lo que se apoya en la mesa, como si recordara—. La gente de mi pueblo eran unos idiotas ignorantes, mis padres no eran una excepción. Y como la típica niña rebelde siempre buscaba llevarles la contraria en todo, por lo que siempre me metía en líos.

Una plática y más [NobaraKugisakixLector]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora