Capítulo uno

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Martes.

Respira, Seungmin se decía a sí mismo. Era más fácil decirlo que hacerlo. Por lo general, el aire frío de la pista de hielo despejaba su mente y hacía más fácil para él sacar el oxígeno, pero hoy, se sentía sofocado. Incluso sin su chaqueta de calentamiento, de la cual se había despojado tan sólo quince minutos después de llegar a la pista a las cinco de la mañana, estaba calentando, gotas de sudor se hacían presentes en su frente.

Seungmin cerró fuertemente sus ojos y frotó sus manos enguantadas, tratando de bloquear el sonido producido por la gente que lo rodeaba; patinadores de todos los niveles comprimidos delante de él mientras trataba de concentrarse.

¿Qué no entienden que está entrenando para así pasar su prueba mayor de patinaje, a la cuál su entrenadora personal —Momo— finalmente había accedido? ¿Qué no entienden que él tiene que pasar esa prueba para competir en concursos de alto nivel y así ser reclutado? ¿Qué eso no significa nada para ellos?

¿A quién estaba engañando? Claro que no les importaba. Si existe un gran defecto que todos los patinadores artísticos tienen, es que son inmensamente engreídos.

Con los ojos bien abiertos, se impulsó hacia adelante, asegurándose de maniobrar entre los otros patinadores, los que no parecían molestarse en ver hacia donde se iban. Al llegar a un extremo de la pista, se dio la vuelta y comenzó a patinar hacia atrás, haciendo crossovers en sentido contrario al de las agujas del reloj. Sin detenerse siquiera a parpadear, se volvió de nuevo, dando un paso adelante con su pie izquierdo. Doblándose tanto como pudo, lanzó su otra pierna alrededor y sacó su cuerpo hacia arriba, girando en sentido inverso una vez, dos veces, y—

—Maldita sea— gritó Seungmin mientras sus patines se estrellaban contra el hielo justo a la mitad de una rotación. Sus rodillas se sacudieron por el impacto, volteándose y casi perdiendo el equilibrio antes de enderezarse de nuevo. Debería sentirse aliviado -romperse la cara en frente de los demás patinadores no era algo a lo que quería enfrentarse esa mañana o en ningún momento, siendo honestos- eso sí, su alivio fue opacado por la ira que lo invadía.

Era más que frustrante que, a pesar de que Seungmin había estado patinando desde que tenía cuatro años, aún existieran momentos en los que sus saltos quedaran cortos o sobregirados. Él es un patinador de 17 años de Nivel A, demonios, no un amateur de tres años. Bueno todavía no era un patinador de Nivel A, pero eso pronto cambiaría. Él había estado esperando esta prueba por cerca de seis meses. Estaba listo —había estado listo desde hace mucho— pero ahora que la prueba se acercaba, su triple Axel decidió ponerse difícil. Jodidamente perfecto.

El chico sacudió los brazos y rodó su cuello un par de veces, tratando de librarse de todas las vibras negativas; no tenía sentido patinar de mal humor, ya que por lo general eso sólo empeora las cosas. Una vez que se calmó, regresó a la pista, patinando con un propósito, con especial atención, con...

—¡Princesa de hielo!—Una voz resonó a través del aire, distrayendo a Seungmin de su preparación.

Seungmin gruñó y miró al techo, en silencio retando a Dios a atreverse y traerle más distracciones, antes de girar y hacer frente a Hyunjin, su ruidoso y desagradable mejor amigo/compañero de cuarto, quien estaba de pie en las tablas. Hyunjin tenía esa sonrisa en su cara como si fuera la mejor maldita mañana y no una mañana que estaba causando tantos problemas para Seungmin.

—¿Qué quieres?—Seungmin respondió, sin moverse de donde estaba. Sabía que era de mala educación gritar a través de la pista, pero la verdad es que le valía mierda.

—Ya es hora de clase, idiota.—Hyunjin divulgó como si no se encontrara en un lugar público. Varias de las patinadoras más jóvenes se estremecieron e incluso una se cubrió los oídos con sus manos (en serio), como si con eso lograra ignorar el vulgar lenguaje de Hyunjin.

Corazones Sobre Hielo |Chanmin|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora