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Narra Fabián Hoffman

Habían pasado un par de días. Estaba intentando buscar a Luca desde aquí, tarea algo difícil ya que tenía que guardar reposo por la cirugía.

Estaba sentado en la cama con la computadora en las piernas. Grecia estaba a mi lado, dormida. La cuna de la bebé estaba junto a nosotros, mientras Jake dormía en una orilla abrazado fuertemente a la cintura de Grecia.

Por suerte la cama era grande, y así cabíamos todos sin problema

Oí un pequeño quejido, volteé hacia la cuna de Hazel, observé cómo movía las manitos y los pies al aire. Sonreí viéndola con ternura. 

Me levanté de la cama y me acerqué a ella. Tenía los ojitos abiertos, la tomé con cuidado y la arrulle en silencio. La luz de la luna iluminaba la habitación cálidamente.

Le hice un par de caras extrañas causando una risita algo fuerte en ella, enseguida me contagió su risa igual.

Grecia tenía razón, ella tenía mis ojos.

Oí otra pequeña risa y me giré hacia la cama. Mi esposa me veía con una hermosa sonrisa en los labios.

Me acerqué nuevamente a la cama con mi hija en brazos y ella se sentó igual, sonriendo.

—No es llorona como pensé que sería —comenté, a lo que ella se encogió de hombros riendo

—Es una bebé muy tranquila —la miraba fijamente

—Esto es lo mejor. —Me miró a los —A pesar de las cosas que, aún, pasan; Esto es increíble, tu, mis hijos

Ella bajó la mirada un segundo.

—Siempre está eso... A pesar

Puse a la bebé acostada en mis piernas y le acomodé la ropa.

—Todo va a estar bien. Luca va a estar bien

—Siempre tenemos que preocuparnos por algo. Y ahora, cada vez que veo a Jake y a Hazel, me aterra mucho que algo malo suceda... O a ti...

—Que también me pase algo, lo sé. —desvié la mirada

—Quiero que los niños crezcan en un ambiente sano, dónde nadie nos acose o persiga y traté de matarnos

—Juro que así será —tomé su rostro entre mis manos y besé sus labios con suavidad

[...]

Estábamos desayunando. Mis padres, suegros. Celeste y sus hijos se habían ido, estaban todos en la casa de mis padres. Había puesto seguridad en la casa, mientras tanto. 

Se me hacía raro que, si Luca quería matar a Albert, sería para que a estás alturas ya estuviera en contacto de nuevo con nosotros. Aún había cosas que arreglar.

Me distraje cuando oí las risas de la bebé y Grecia. Ella le daba de comer pero se ponía algo renuente.

—De nuevo rechaza el biberón —dijo Jake tomado un sorbo de su jugo

Grecia suspiró. La veía a veces de verdad confundida, tenía a ambos niños en casa y una era una bebé que requiere más cuidados que un bebé común.

—Te ayudo —Me levanté y le quite la bebé de los brazos

Había hecho esto varias veces. Cuando nacieron Leonor y Raquel me pasaba los días en casa de Matthew para estar con ellas. Lo mismo cuando nació Andrea. Por algo soy el mejor tío.

—Gracias —dijo ella. Bese su mejilla sacándole una sonrisa —Jake —lo llamó —Hoy vienen tus primas, ¿Quieres conocerlas? Podrías jugar con ellas. Te ví jugar mucho con Marco y Amaranta. Te divertirás —le sonrió

El solo asintió y siguió comiendo. Ella lo miró preocupada y noté como tragaba. Seguí dándole el biberón a Hazel.

𑁍𑁍𑁍

Más tarde ese día, estaba en la sala con el computador de nuevo. No debía hacer estas cosas pero era necesario. Habían estado aquí mis sobrinas, con mis hermanos y cuñadas. Jake pudo distraerse y conocerlas, solo había conocido a los hijos de Luca

Ahora los tres estaban arriba. Grecia arreglaba  con Jake, la habitación para la bebé. Habíamos decidido que ya era hora de que cada quien tuviera su habitación.

Aún que lo sabía, Grecia no querría dormir sin ellos. Todos estos días lo ha hecho. Dejándonos cero tiempo de privacidad.

Mi teléfono junto a mi vibró, lo mire y note que el número era desconocido y privado. Mire las escaleras notando que nadie viniera y contesté la llamada

—¿Hola?

—Soy yo. Albert. Quiero verte. Voy a verte...

—Tú ¿Verme? No quiero que vengas...

—Te llevó a tu hermanito —soltó una risita y cortó la llamada

Aleje el teléfono de mi y suspiré. Una ola de nervios y preocupación me invadió. Hale mi cabello con frustración. Me levanté corriendo y subí las escaleras, entré en la habitación donde estaba Grecia y la bebé. Saqué mi teléfono con rapidez y envíe mensajes al equipo de seguridad de la casa

Grecia, al ver mi rostro, deduce enseguida que algo malo iba a pasar. Tenía a la bebé en los brazos y reía mientras jugaba con sus manos.

—Tienen que irse —abrió sus ojos como platos —¿Dónde está Jake?

—Jake está en el baño. Pero  ¿Por qué irnos?

—¡Jake ven acá! —grité

—¡Ya voy! —grito Jake —¡Estoy ocupado!

—Fabián —oí a Grecia llamarme —¿Qué sucede?

Me dirigí a Grecia con la niña en brazos, le hice bajar las escaleras.

—Súbete a la camioneta, yo buscó a Jake y se van

—Fabián...

—No hay tiempo de explicar, tienen que irse de aquí ahora —Me acerqué a la puerta para abrirla —Están en peligro y...

Al abrir la puerta me quedé estático en mi puesto al ver el arma en mi cara.

—Albert.  —susurró Grecia y apretó a la bebé en sus brazos

—¿A dónde creen que iban? —me miró con odio puro —De mi no escapa nadie. 

Dió un paso al frente, haciéndonos retroceder.

Nos quedamos en la sala, bajo la amenaza de su arma.

Se veía molesto, frustrado, supe que esta vez no iba a dejarnos libres. Seguro está vez me mataría en serio, se llevaría a mis hijos, mi esposa.

Todo esto es porque al principio quise vivir una vida a su lado, lleno de sangre, engaños y traición. De haber sabido nunca lo habría aceptado hace años. Dónde le hice un ridículo juramento.

Su vista que fijó un segundo sobre Hazel

—Ella es la nueva integrante de la familia.

Me miró a mí y quitó el seguro del arma

—Esta vez, ni que me supliques ni jures, te mataré

Suspiré

—Hazlo

—¡FABIÁN!

Oí el regaño de Grecia.

—Aquí frente a ellos...

Y juro por dios que creía que iba a hacerlo, hasta que oí otra arma. Desvíe la mirada y ví a mi hijo de ocho años con la pistola que guardaba en la mesita de noche, en sus manos, la tenía con ambas manos, apuntando a Albert. Le quitó el seguro y se puso firme.

Pero una cosa sabía. Jake iba a jalar el gatillo, pero en ningún momento quise que mi hijo fuera un asesino, y no iba a permitirlo.

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