única parte

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Termina de colocar la cruz blanca en la urna, la sostiene entre sus manos mirándola sin expresión, para luego girarla y cerciorarse de que cada nudo está bien hecho y oculto, está terminada, aunque no es tan lindo como debería.

No tiene el talento de Mickey para las decoraciones, pero no puede encargarle este trabajo a él.

Da un par de sacudidas para asegurarse que no se romperá pronto, él se merece solo lo mejor que puede hacer, a pesar de que sus manos se niegan a responder de manera adecuada, se obliga a reprimir el temblor que permanece presente desde aquel día.
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Sus piernas le amenazan con fallar a cada paso, es difícil sostener a alguien como Raph, especialmente cuando su propio cuerpo no está en el mejor estado, pero no puede rendirse o si no él podría...

No, no puede rendirse.
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Solo retiene lo inevitable manteniéndose en la habitación que hasta hace poco aún compartían, finge que tiene cosas que hacer, aun cuando su mente no hace más que estar en una bruma que no puede alejar; las cosas de ambos siguen aquí, como si nada hubiera pasado y no sabe si es reconfortante o todo lo contrario, de alguna manera se siente como si todo hubiera cambiado, y de hecho esa es la cuestión, todo cambio, ya nada volverá a ser igual.

Le dedica una mirada cansada a las múltiples macetas que tiene en la habitación, ahora vacías y sin una sola flor a la vista, se siente extraño mirarlas, pero no hay nada que pueda hacer ya.

Realmente le gustaban esas flores, se esforzó en cuidarlas para que incluso en este apocalipsis haya algo de vida en el cuartel o al menos en su habitación, le hacía sentir reconfortado por lo menos en un lugar, pero él mismo las arrancó una a unas horas antes, se aseguró de no dejar una sola.

Mira el reloj en la pared, consciente de que ya es tarde y es momento de enfrentar la los hechos.

Con un suspiro se levanta y comienza su camino a pasos lentos, el mareo lo golpea antes de cruzar la puerta, producto de sus heridas aún abiertas y cubiertas por vendajes, o al menos eso cree, la situación se siente tan poco real.

Todo duele, es lo único que sabe con certeza.

«Esto no es nada comparado a cada trozo de piel que él cortó o quemo por mí»

Se recrimina antes de sostenerse de la pared y respirar hondo en busca de estabilización para luego continuar su camino hasta el lugar donde ya están reunidos todos los miembros de su familia.
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Casi deja un suspiro tembloroso producto del agotamiento cuando finalmente llegan a la pequeña bahía médica, tan pronto como llegan recuesta a Raph en uno de los catres que funcionan como camillas improvisadas, trata de no abrir más las heridas con el movimiento no tan suave, una vez que raph está recostado por completo deja escapar el aire que no sabía que había estado reteniendo y comienza a buscar entre los suministros el equipo suficiente para curarlo.

Hace lo que puede para detener la hemorragia, esforzándose en que sus manos temblorosas no le fallen, pero hay demasiada sangre y no está seguro de dónde empezar.

El líquido carmesí le impide ver con detenimiento el estado del resto de su cuerpo, aun así, no se detiene en lo que se siente como un intento desesperado.

Presiona las heridas que cree son más profundas, en un momento sus manos se cubren de la sangre espesa de su hermano mayor, no puede encontrar un plan para seguir en esta situación, pero debería hacerlo, es el médico del equipo, el líder de la resistencia y aun así solo hay pensamiento en su cabeza.

«Es mi culpa...»

Se reprocha con odio, incapaz de encontrar un procedimiento para sanar a Raph.

No se trata de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora