Desde la barra el resto del bar parece el patio de un colegio. No porque hubiera críos por ahí, sino más bien porque se formaron muchos grupitos alrededor de las mesas, inestables y pegajosas, del único bar de la calle. La gente sin coche o sin ganas de moverse más de dos portales, nos juntábamos en el mismo bar a las doce de la mañana.
La gente se clasificaba como en las cafeterías de los institutos americanos. Por una parte está el grupo de las víboras, que hablan muy agudo y muy rápido y siempre juntan las cabezas como si fueran a contar secretos, pero no sabían calcular los decibelios. Después están los hombres básicos que se colocan cerca de la puerta para ver quién entraba y quién salía para poder apreciar, de forma para nada consentida, lo bien construídos que tienen los glúteos las vecinas. El siguiente es mi grupo favorito, y es que en el centro del bar, exactamente a las 12:05 se sienta un grupo de cinco jubilados: cuatro hombres y una mujer. La mujer pide un Vermut mientras chismorrea con ellos, que juegan al parchís. Nunca le he visto acabar una partida, pero es muy entretenido. Los días que no quiero que me aplaste un tren de camino a casa, tiendo a saludarlos y preguntarles qué tal.
Por último está la gente como yo, zombis que se arrastran hasta la barra y suplican por cafeína para llenar las ojeras.
Nunca me he considerado mejor que nadie, ni siquiera ahí dentro. Me conformo con mi mediocridad. Mi madre siempre decía que era porque había salido con mi padre, pero yo quiero pensar que me he ganado mi mediocridad yo sola. Siempre fui una niña con mucho potencial, pero el mérito de nunca aprovecharlo es sólo mío. Mi padre sin embargo es un inútil. No es lo mismo.
Algún día me gustaría ser como esa mujer que acompaña al cuarteto de jugadores de parchís. Una bimbo de la tercera edad a la cual siempre invitan al vermut porque no trae suelto y que conoce vino por agua.
Mi jornada laboral se divide en dos, fantasear con el café del descanso y fantasear con que me ahoguen las perlas que cuelgan del cuello a la señora.