Capítulo 9 - Nos Divertimos

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Los mismos chicos que estábamos en el juego de la botella ahora estamos en la minivan de Camille esperando que el auto marche, ya que estamos en espera de que su hermana deje de hablarle como cotorra a Atenea por la ventana.

Sí, aquella chica que apreció en el cuarto de Camille y se quedará a cargo de la fiesta es su hermana.

—¿Amanecerás aquí? —la pregunta dirigida a la rubia me hace endurecer la mandíbula.

—No lo sé —la respuesta de Atenea es dura, me hace pensar que esta es su actitud cuando está con esa chica que me pone celosa.

—Ya, ya, ya Kelani —corta Camille, quién está al volante—. Nos vemos.

—Bye, Nena. —Se aleja después de pellizcar la mejilla de Atenea y por fin podemos marchar a... no sé donde. La piloto y la copiloto no quieren mencionar nada al respecto, así que me mantengo en los asientos del medio de la minivan al lado de Dylan y Lizzie, el resto está en los asientos del final.

Nos adentramos en la oscura carretera con el sonido de la canción "Hurry Home" impregnando nuestros oídos. Anoté dicha canción en mi blog de notas para obsesionarme y quemarla por todo el mes, me ha encantado el ritmo y la voz angelical de los cantantes.

Una que otra vez siento la ostentosa mirada de Atenea a través del retrovisor, pero para no parecer obvia yo soy la primera en desviarla... O tal vez solo no puedo contenerla.

El motor se detiene y Camille se estaciona en una esquina de la carretera. Nos desmontamos del auto y yo me quedo quieta a un costado. Estamos en una zona elevada porque la vista de toda la ciudad está a nuestros pies. Los chicos rebuscan algo en el baúl de la minivan a excepción de Dylan, quien está a mi lado haciendo lo mismo que yo.

—Es hermoso. ¿No habías venido antes? —pregunta cómo si estuviera familiarizado con el lugar.

—No. Soy nueva aquí, ¿se te olvida? —respondo sin mirarlo.

—¡Vamos! —la voz de Camille tiene un destello indescriptible—. Beberemos chocolate caliente y comeremos galletitas hechas por mí —continúa con orgullo mientras baja la esquina montañosa.

Todos la seguimos hasta que se detiene en unos pequeños troncos que sirven de asiento, están rodeados de zona verde y algunos árboles grandes. Nos sentamos y mantenemos silencio a lo que Camille reparte las galletas y Gabriel sirve los chocolates. Debo admitir que me siento un poco avergonzada con esta escena, parece sacada de una película.

Ni con mi "pandilla" he tenido un encuentro así.

—¿Por qué estás roja? —pregunta Gabriel antes de entregarme el vaso con chocolate caliente—. ¡Una negra está sonrojada!

Casi me atraganto de la risa, el chico usó la frase con un tono cero ofensivo. Todos me observaron y soltaron carcajadas también.

—¿Estás nerviosa? —después de casi vaciar nuestras vejigas de risa, Carlo pregunta.

—No es eso... —Al percibir que todos están esperando diga algo más, en especial porque Gabriel no sigue sirviendo chocolate sino que se queda en frente de mi con la cafetera en mano, me aclaro la garganta y continúo—. Es que no estoy acostumbrada a hacer cosas cómo estás —me reservo más palabras y agacho mi cabeza mientras acurruco mi taza y comienzo a beber.

—¡Awwww! —exclama Carlo, tomando la atención de todos, a los cuales miro con timidez y me están dedicando una sonrisa cálida.

—Somos los mejores, no tienes que ocultarlo —continúa Lizzie.

—Son agradables —confieso y luego recibo la galleta de Camille. Tiene un sabor muy rico al paladar, quedo sorprendida—. Está muy buena, tiene un toque de esencia de almendras, ¿verdad? —vuelvo a decir después de unos minutos, ella asiente.

Almendra & Pistacho Donde viven las historias. Descúbrelo ahora