Eran las 10 de la mañana cuando desperté de un profundo sueño que inundaba mis sabanas, el despertador no sonó aquel día como esperaba, tenía que llegar temprano ese día a la Universidad había un pequeño examen de mates, que por supuesto no estaba en el calendario, solo fue un capricho de mi profe, con el pretexto de que así sabríamos como estaríamos para los exámenes finales.
Mi profe de mates era todo un idiota, imbécil, estúpido y engreído, lo odiaba tanto que no resistía verlo ni un minuto, entre las mates que no eran mi fuerte y tener que verlo a él fue la mayor tortura de mi vida, no les miento que era un poco guapo de ojos azules alto delgado, y con un mal gusto para vestir aquel cuerpo que no era de escultura pero tenía algo que llamaba la atención, no era más que su mirada profunda que me ponía tan nerviosa que no era consciente de lo que hacía durante esos pequeños segundos en los que me miraba fijamente, que llegaron a ser más que segundos, inclusive minutos, esa mirada misteriosa sí que tenía algo oculto que no sabría descifrar, una mirada de odio, pero de ternura a la vez, me gustaba ese roce de sus ojos que se impregnaban en los míos esos ojos que me hacían olvidarme del mundo y de mi odio hacia él, en aquellas mirada no encontraba ese maldad hacia mi tan profunda que brotaban de sus palabras cada vez que salían de aquellos labios que me invitaban a la locura.
Esta desenfrenada lucha entre mi profe de mates y yo comenzó sin yo saberlo, era mi primer día en la Universidad de PIYD, y desde el inicio no me había ni percatado de que el existía hasta que dos semanas después de iniciado el semestre se presento ante nosotros, esa mañana como nuestro profe de matemáticas quien nos impartiría clases los tres primeros años de la carrera, ese día todo transcurrió normal, no era más que una aburrida clase de mates, aunque no lo niego que ya me había fijado en el físico de aquel profesor de unos 25 años, se encontraba en plena flor de la juventud, sus ojos dos océanos que una vez que los miras corres el riesgo de convertirte en naufrago en esos mares, 7 mares de perdición y tortura.
En esa semana todos los profesores que nos impartirían clases fueron presentados y recibimos las primeras clases. Estas semanas solo fueron de adaptación de los alumnos a este nuevo ambiente universitario para conocer a los profesores con los cuales estaríamos durante nuestro primer año, con excepción de nuestro querido profe de matemáticas, ya que él estaría los primeros tres años con nosotros, no quedaba otro remedio que aguantarnos todos estos años con el mismo profe, pero eso no preocupaba al inicio, ya después era todo un desafío tener que aguantarlo tan solo un segundo era algo inexplicable era una especie de odio, de cariño, de tantos sentimientos encontrados en un mismo lugar a la misma hora y por la misma persona, era algo intrigante, sofocante, e interesante a la vez.
Lisangela Vestby
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