Prefacio

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*Narrador en tercera persona*

- Nata, ¿dónde estás?- preguntó Joanna, confundida. Había ido a ese oscuro bosque de la mano de ella, pero luego oyó un gruñido y se tornó todo oscuro... Había visto un enorme lobo de color blanco, pero, ¿qué probabilidades había de que esa fuera su Nataly? Ninguna.

- ¡Nata! Me estás asustando...

De repente, oyó un ruido espantoso; como si un enorme lobo hubiera irrumpido en aquel siniestro lugar y le hubiera arrebatado su preciado silencio al bosque. Dos ojos blancos con pequeñas pupilas negras, las cuales se iban dilatando poco a poco, y, ciertamente, se veían demasiado inteligentes como para ser considerado tal ser un "simple animal inconsciente" la observaban. Detrás de ese pelaje blanco con manchitas grises, esos ojos con el iris amarronado y el desmesurado tamaño del lobo le sonaba a Joanna... La palidez del lobo era como la piel blanca y delicada de Nata, sus ojos marrones eran profundos, ardían pasionales y parecían angustiados al mirar a Joan, como si asustarla no fuera su intención, como si ella pretendiera mostrarle algo, pero no supiera cómo. ¿Cómo explicar su transformación? Joan se dio cuenta de que todo el parecido que tenía el lobo con Nataly no eran puras casualidades, no. Ella conocía a esa chica muy bien, y le sonaba demasiado su apariencia. Hasta que cayó. 

- Nataly... ¿Eres tú? - preguntó.

6 meses antes

Suena el despertador en casa de Nataly Hendricks Jacobs. En ese momento son las 6 a.m y ella se despierta, recientemente alarmada por el irritante sonido de su despertador, y una oleada de emociones excitantes la embargan.

-Grrr.... qué pereza despertarme- gruñe ella, adormilada y con ganas de readentrarse en su sueño. Esa maravilla, ese prodigio sacado de su mente... Soñó que...Su madre interrumpió sus pensamientos llamándola a gritos.

- ¡¡NATALY HENDRICKS JACOBS!! ES LA ENÉSIMA VEZ QUE TE LLAMO PARA QUE RECOJAS TUS DEBERES DE LA MESA. COMO TU HERMANO ELÍAS LOS COJA Y LOS ROMPA, YA VERÁS LA QUE TE VA A CAER.

- ¡¡Ya voy, mamá!! Enseguida...- se durmió de nuevo, vencida por el cansancio. Su madre Tanna entró media hora después al cuarto dispuesto a reñir a su hija por su desobediencia cuando, al verla dormida, se acercó a ella lenta y cuidadosamente, le dio un beso y la tapó con las mantas.

De: Nerea Gómez González y Patricia Dias  Piñeiro.

¡Sus autoras les desean feliz día/tarde o noche desde Galicia y esperan que les guste este capítulo!

Amor a MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora