Bogotá es la fuerza de sus imponentes montañas, lo impredecible de su clima y la fluidez de sus ríos, esto se ve reflejado en la pasión de la gente que la habita y su capacidad de adaptarse, destruirse lentamente, mantenerse vivo y de ir de la alegría a la tristeza en un mismo día.
Habitar las calles de Bogotá es toda una aventura, es como encontrar un estadio ubicado en medio de una selva de cemento y ladrillo, en donde la tribuna es un conglomerado de pequeñas casas llenas de personas que día a día viven milagros y tragedias, estas a su vez pueden ser los hogares de los próximos jugadores titulares de alguna gran selección y sentir la pasión de aquel equipo grande que gana la Libertadores, después, de haber descendido.
Al final, Bogotá termina siendo como el equipo de tus amores, con el que te enojas si desciende pero que aún así cada temporada estás alentando hasta verlo campeón, pues sabes que va a pasar.