El sol comenzaba a entrar por un agujero en el techo, bueno, lo que quedaba de este. Un joven pelinegro comenzaba a moverse en la cama sin querer abrir los ojos, se encontraba cansado. El viaje hacia el pueblo donde se encontraba ahora fue agotador, sin embargo agradecía ya no estar en la ciudad, tendría un trabajo y comodidad en ese lugar.
Un repentino sonido hizo que se levantara poniéndose alerta, eran unos gatos que cayeron en su techo peleando. Se había hospedado en el primer lugar que encontró, no tenía donde pasar la noche, la casa donde viviría le quedaba un poco lejos, se vistió luego de pasar una mala noche y tomó sus cosas, el bus lo llevaría a su nuevo hogar.
Estúpidos gatos... uno ya no puede ni dormir tranquilo -dijo sentándose en el bus mirando por la ventana. Se frotó el rostro con cansancio y frustración, había tenido una mala semana, solo pensaba en llegar y comenzar su nueva vida. Resignado se puso de pie para bajar en su parada.
El pueblo era tranquilo en las mañanas, le daba curiosidad explorar todo, ya tendría tiempo para hacerlo. Revisó su celular para ubicar su casa, le dijeron que estaba algo sucia por el tiempo, solo debía limpiarla y acomodar los muebles. Nunca le comentaron sobre el dueño anterior, solo se la vendieron a buen precio, quizá la limpieza era algo que no valía la pena realizar ya que estaba barata.
El estómago comenzó a rugir mientras caminaba, tenía que encontrar un lugar donde desayunar. Cuando levantó la mirada pudo ver la casa, se acercó con curiosidad al lugar, se veía acogedor así que entró, estaba con polvo y algunas partes necesitaban pintar, algo fácil de arreglar.
¡Ya tengo casa nueva! ¡Quiero empezar con la limpieza y remodelación, quedará perfecto!
Unos chicos pasaron por su lado dándole la bienvenida al pueblo. Era extraño tener nuevos vecinos, comúnmente las personas se iban a la ciudad. Ellos por su parte decidieron quedarse a cuidar de su gente.
Déjanos presentarnos vecino, soy Tom tengo 26 años, él es Steve, tiene 24 y Dee tiene 26.
Mucho gusto, me llamo Declan, tengo 22 años.
Vaya eres muy joven para ser independiente ¿Vienes de la ciudad?
Sí, allí también vivía solo, la ciudad es monótona y aburrida para mí, además de ruidosa, quería un cambio total de ambiente.
Pues aquí la vida no es tan diferente, excepto por lo de ruidoso, es un lugar muy tranquilo, tenemos casi 150 viviendas por lo que nos es un pueblo tan pequeño pero nos consideramos familia. Ten, te trajimos un desayuno de bienvenida, dejamos productos de limpieza en la cocina ya que los necesitarás.
Muchas gracias de verdad, se los agradezco, empezaré de inmediato.
¡Vale! Nos vemos luego.
Declan se puso a limpiar luego de desayunar. Quería terminar lo antes posible para descansar aunque sea en la sala, era fan de la limpieza y el orden. Avanzó arreglando la cocina, el baño, la sala y el comedor, para su suerte los muebles estaban nuevos, quizá el dueño los dejó embalados. Sin percatarse de la hora, casi anochecía, el cielo tenía su hermoso tono carmín. Se sentó en la escalera a observarlo. Estaba agotado, no le quedaba mucha energía.
Ahora que recuerdo, no almorcé... Vaya, tendré que salir por algo de comer.
Se retiró el cubrebocas para respirar mejor el aire fresco. La vista era hermosa, el ocaso se veía estupendo desde la escalera de entrada, quizá con unas cuantas plantas y flores se vería más acogedor.
¡Hola! ¿eres nuevo en el pueblo? -dijo una joven sonriente apareciendo sorpresivamente a su lado.
¡Ah! -gritó del susto- ¡¿Quién eres?! ¡no me asustes! digo...
Oh, lo siento, no debí aparecer de la nada, no quise asustarte, solo vine a darte la bienvenida.
No no, disculpame a mí, a veces me sobresalto mucho y hablo de esa manera... No quise faltarte el respeto.
Para nada vecino -ríe- me llamo Adya ¿Y tú?
Me llamo Declan ¡Mucho gusto Adya! Gracias por la bienvenida, acabo de llegar hoy. ¿Vives cerca?
Ah no no. No suelo andar por aquí, tengo trabajo en la ciudad así que casi nunca ando en casa. Justo estaba esperando la movilidad, pasan muy tarde para llegar al amanecer a la ciudad.
Ya veo, es problemático vivir tan lejos, yo también vengo de la ciudad. ¿No extrañas la paz de tu hogar?
Siempre.
La joven puso una mirada nostálgica, quizá no sea bueno hablar del tema, no sabía si era un tema delicado.
¡Bueno Adya! Eres bienvenida a comer algo un día si deseas, terminaré de arreglar esta casa lo más pronto posible.
Ya veo ¡Se ve muy bien! ¿No tenías casa en la ciudad?
Era un departamento alquilado, no me sentía cómodo. Además esta semana estuvo horrible con la mudanza y todo que no deseo otra casa mas que la de aquí.
Me alegro por tí, ya es tarde, deberías pasar, el clima es algo frío en estas épocas.
Sí, creo que hace algo de frío. ¿Gustas pasar? Si tienes tiempo me gustaría seguir hablando. Prepararé té.
¡Claro! Traje algo de pan y mermelada.
Al ponerse de pie, Declan se sintió débil por el hambre y cansancio, por lo cual la chica preocupada lo sostuvo.
Lo lamento, olvidé almorzar hoy, me entretuve tanto que no me dio tiempo de ir por víveres.
Uys ¿Estás bien jodido eh? Te serviré algo dentro, déjame ayudarte.
Ambos ingresaron y se sentaron en el comedor. Adya le sirvió panes a Declan viendo como casi se atraganta por el hambre. La chica sintió entre lástima y risa ¿Tanta hambre tenía? Cuando terminó su té y los panes suspiró satisfecho, sin embargo la chica no probó el té para nada, eso le dio mucha curiosidad.
¿No vas a comer nada Adya?
No, no tengo hambre, gracias. Vine comiendo algo desde casa.
Eso es bueno, estar siempre preparado. Me agrada tu manera de ser -dijo Declan con una gran sonrisa. Admiraba mucho a las personas independientes.
También me agrada mucho tu manera de ser Declan, eres muy espontáneo y es fácil hablar cualquier tema contigo.
Puedes visitarme mas seguido si deseas, espero no sonar algo atrevido con ello. No puedo evitar ser un loro parlanchín, me encanta conversar 24/7.
¡Oh! ¡Entonces nos llevaremos muy bien! Adoro las pláticas largas.
Un suave bostezo hizo presencia en el rostro del joven, estaba agotado por el largo día.
Ya debo irme, me deben estar esperando en la parada de bus.
¡Te acompaño!
Descuida, no hay peligro por este lugar, siempre viajo, además se te ve cansado, deberías recostarte. ¿Tienes donde dormir?
Sí, el sofá está nuevo, lo limpié esta tarde y no salio casi nada de polvo, mañana compraré una cama.
Ya veo, entonces nos vemos luego, que descanses.
Declan somnoliento y agradecido soltó un bostezo mientras levantaba la mano para despedirse, esperaba que esta vez todo mejore, con la visita de aquella chica comprobó que sería un gran comienzo, si no hubier llegado con algo de comida probablemente estaría desmayado en el sofá con las tripas sonando.
Fue a ducharse pensando en todo lo que haría al día siguiente, se colocó la pijama acostándose y sin darse cuenta, se quedó dormido rápidamente.
ESTÁS LEYENDO
Entre el Cielo y el Limbo
FantasyUn día normal para Declan es levantarse con un mensaje de buenos días por parte de Adya, su novia. El resto de su día hacía sus actividades intercambiando mensajes de vez en cuando, llegada la noche hace una llamada antes de dormir. Los chicos del p...