Capítulo 2 Primer Beso

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La mañana llegó, los pequeños pajaritos hacían presencia con sus cantos y revoloteos por los alrededores. Declan se removió en el sofá buscando comodidad para su espalda, pero al no encontrarla se sentó estirando sus extremidades, era la noche más cómoda que había pasado en esa semana. Un bostezo se hizo presente y lentamente abrió los ojos, recordó los sucesos del día anterior, conseguir su casa y sentirse seguro, además de Adya, quien lo salvó dándole comida. Espera... ¿Y Adya? ¿Habrá llegado bien a su trabajo? Olvidó pedirle su número de celular, no tenía manera de contactarla, solo esperar que lo visite.

Mientras caminaba a cambiarse en dudaba si lo de anoche había sido su imaginación debido al hambre. Fue al comedor encontrando algo de pan y mermelada, sonrió con gran emoción, quizá no era solo su imaginación.

Luego de un buen desayuno continuó con las reparaciones. Hizo una lista de cosas que debía traer de la plaza central. Tomando su mochila se dirigió allí, los muebles los ecargaría a domicilio.

Al mediodía ya había avanzado bastante y se sentó en la escalera de la entrada mirando al cielo.

Unos días más y la casa será como en mis sueños -dijo sonriendo. En su cara ancestros, apuesto que están orgullosos de mí.

Un ruido fuerte resonó a su lado asustándolo. Era como si una roca cayera desde lo alto.

Aver ancestros, no sean delicados que no dije nada malo, deberían sentirse orgullosos de que estoy siendo productivo. Mejor cierro mi boca.

Otro ruido se escuchó entre los arbustos al lado de su casa, pero esta vez vio a un gato negro escabullirse hacia él. Amaba los animales, nunca pudo tener uno pues no aceptaban mascotas en su departamento.

El gato se acercó al pelinegro pidiendo mimos, Declan estaba demasiado feliz y quería correr por su celular y tomarle fotos para enseñarle a los demás su belleza, pero pensó en terminar primero para no retrasarse. Sus amigos estarían felices por verlo en su propio hogar. Alice y Daniel eran sus amigos en la ciudad, no puedieron acompañarlo debido al trabajo pero pronto tomarían unas vacaciones para visitarlo.

Bien, vamos adentro pequeño, te daré un baño y compraré algo de comida para tí.

Había pasado dos semanas, Declan ya había terminado los arreglos de la casa, todo estaba en orden, sólo faltaba hacer las compras para el mes. Sabía que sus amigos llegarían de visita el otro mes y debía tener todo listo para su estancia de 10 días. Ya bañado se encontraba jugando con su mascota cuando sintió que tocaron la puerta.

Al abrir se percató de que era Adya.

¡Hola Declan! Vine a ver cómo te iba. ¡Que bueno que ya terminaste!

El pelinegro no sabía cómo reaccionar, aquella chica de cabello castaño y ojos color miel estaba frente a él nuevamente, vestía un jean color negro, una blusa blanca con estrellas negras y botines de taco bajo, tal como la primera vez que la conoció. Quizá amaba ese outfit. No pudo evitar perderse en sus palabras, estaba feliz de verla.

¡Adya! ¡Pensé que había sido mi imaginación pero si estás acá! -sonríe.

Claro que estoy acá, no iba a dejar solo a mi vecino favorito -dijo con una suave risita.

El pelinegro se alejó con notorio sonrojo en sus mejillas, sin pensarlo esas palabras lo hicieron sentir calidez, la había extrañado.

Declan cerró la puerta de la casa y la invitó a tomar asiento. Estaba nervioso por lo que se sentó frente a ella sin saber que decir.

¿Declan?

¡Ah! ¡No es nada!Espera aquí, te mostraré a mi mascota.

¡Oh! ¡es un gatito muy tierno! ¿Cómo se llama?

Señor Bigotes, no es muy original pero de niño siempre quise llamar a mi mascota de esa manera.

Es un nombre muy bonito, le queda perfecto.

Ambos jugaron con Sr. Bigotes y hablaron por horas poniéndose al día, el tiempo pasó demasiado rápido y ya era hora de descansar.

Creo que es tiempo de que duermas. Debo retirarme para trabajar.

¿Ya te vas? Es tarde, déjame acompañarte esta vez. ¡Deberías visitarme en la mañana así pasamos todo el día juntos! 

¿Te gusta pasar tiempo conmigo? -dijo Adya con un leve sonrojo.

¡Claro que me gusta!

Ambos se miraron sonrojados al darse cuenta de lo que estaban diciendo, hubo una pausa hasta que la joven sacó algo de su bolso.

Ten, es mi número de celular, olvidé pasártelo la vez pasada, no podemos vernos muy seguido porque... ¡bueno! con esto podemos comunicarnos todos los días si estás de acuerdo...

Descuida.  Claro que nos comunicaremos a diario, pero ¿Por qué no puedes venir de día o en la tarde? ¿Es muy pesado tu trabajo? No quiero entrometerme pero no vale la pena matarse trabajando si no te hace feliz.

Adya desvió su mirada tratando de no dar explicaciones.

Entiendo, no te pongas triste, con el celular es más que suficiente hasta que te desocupes -sonríe- de verdad me encanta conversar contigo.

Opino lo mismo Declan -sonríe.

La joven se acercó a la puerta para retirarse, pero antes de irse le dio un beso en la mejilla a Declan, por la vergüenza se retiró rápidamente. Entendió que se había enamorado de él, de su energía, su personalidad, su todo. Esperaba mantenerse en contacto para conocerlo más, sentía que a su lado el tiempo no pasaba, era tal la calidez y comodidad que fácilmente podrían pasar por amigos de toda la vida con una química sin igual.

En aquella oscuridad de la habitación, un chico sonrojado no podía conciliar el sueño por aquél beso de la  castaña, su mente se nubló, estaba perdido, se enamoró.



Entre el Cielo y el LimboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora