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CL se acercó agresivamente hacia Nayeon.

¡Smack!

Momo soltó la honda en su mano, y un pequeño guijarro redondo golpeó la boca de CL, haciendo que la sangre saliera de la herida.

"¡Pequeña perra como te atreves a atacarme!"

CL se había vuelto loca y, sin siquiera molestarse en limpiar la sangre de la comisura de su boca, agarró del collar a Momo.

La expresión de Nayeon se oscureció al instante, y empujó a CL lejos sin piedad.

Ella podría permitir que CL la golpeara, pero nadie puede poner un dedo sobre Momo.

"¡¿Es un motín o que!? Perra, solo eres una desgraciada hija adoptiva, como te atreves a golpear a tu madre adoptiva, debes tener un deseo de muerte. Muy bien entonces, hoy te enseñare los caminos a tu perdición.

Tan pronto como CL dijo esto, un objeto desconocido golpeó su rodilla de la nada, y su cuerpo al instante se quedó sin fuerzas.

Se desplomó en el suelo con torpeza y fue un espectáculo patético de contemplar.

Momo sacó la lengua y se burló

"¡Booooo! Te lo mereces jajaja"

Nayeon abrazó a la pequeña con fuerza en sus brazos.

Aunque estaba temblando, se obligó a sí misma a poner una mirada fuerte mientras se enfrentaba a la familia Lee.

Ni siquiera podía imaginar de dónde había sacado el valor.

Apretando los dientes le propuso: "Déjala ir y me quedaré a tu disposición"

"¡A nadie se le permite salir!" Seung exclamó furioso "¿Cómo te atreves a hacer algo así en mi territorio? Deberías conocer bien tu lugar."

Seung, que ya tenía más de cincuenta años, parecía majestuoso y cuando se enojaba parecía una bestia furiosa.

Nayeon se encogió el cuello, y sus dientes comenzaron a castañear de miedo.

Sin embargo, ella sabía que no podía permitirse el lujo de tener miedo, ya que ahora tenía un talón de Aquiles y una persona que necesitaba de su protección.

No importaba lo que pasara, ella nunca permitiría que Momo fuera lastimada.

"Mamá no tengas miedo" le susurró Momo, que parecía haber percibido su inquietud.

Su ansiedad desapareció al instante, porque sentía que no tenía nada que temer su una niña tan pequeña como ella podía seguir sin miedo ante tal situación.

Justo cuando estaba a punto de convencer a Momo, la pequeña niña saltó bruscamente de sus brazos y saltó sobre la mesa de conferencias de la oficina.

Momo emanaba un aura de insensibilidad.

Su cabello corto estilo japonés la hacía ver elegante y afilada y cada mechón de cabello rezumaba confianza, mientras que sus ojos negros como el azabache parecían tan claros como la obsidiana.

Cruzando los brazos sobre su pecho, la niña levantó ligeramente la barbilla y preguntó: "¿He oído que quieren que mi mamá pague $800,000 mil dólares?"

"Pequeña bastarda, ¿Quién te dijo que podías pararte en el escritorio? ¡Bájate inmediatamente!"

Sunmi que estaba consumida por la rabia, se acercó para jalar a Momo.

Sin embargo una canica de vidrio cayó repentinamente del cielo y aterrizó en su muñeca, y su muñeca inmediatamente se puso roja e hinchada.

Ella se enfureció mientras miraba fijamente a Momo, y parecía como si tuviera ganas de desollarla viva.

Un amor de madreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora