Hugo llegaba muy cansado. Había pasado todo el día currando en el restaurante, y lo hacía 8 horas por día, 7 días por semana. Eso sí, estaba de novio con la chica de sus sueños, Carla. Eran dos españoles viviendo en Berlín, Alemania. Siempre se admiraban con la coincidencia, venían del mismo barrio de Madrid, pero jamás se habían cruzado hasta el día en que ella lo atropelló en su bici, y una inmediata atracción entre ellos surgió.
Pero, llevando ya dos años en otro país, Carla era lo único bueno que había conseguido Hugo allí. Ella lo sabía, y trataba de consolarle. Tenía conciencia de que su novio se merecía un trabajo mucho mejor, por todas las calificaciones que tenía, y sentía mucho que las cosas no eran como él lo había soñado.
Así, cuando Hugo salió de la ducha y entró en la minúscula habitación que compartían, Carla lo esperaba en una sensual lencería roja, dispuesta a compensarle todo el sufrimiento del día de trabajo. Él la miró encantado, aunque estaban juntos hacía bastante tiempo, todavía no entendía como una chica tan linda era suya. Lo que Hugo no sabía era que Carla sentía lo mismo, estaban muy enamorados.
- Ven. - Carla le quitó la toalla y terminó de secarlo. - Tumbate. - Le ordenó.
Hugo le obedeció. Aunque estaba agotado no pensaba negar nada que Carla le pidiera.
- Te voy a hacer un masaje muuuuy relajante. - Se subió a la cama arriba de él y cogió un poco de crema, empezó a masajearle los pies, subiendo por sus piernas, hasta llegar a su miembro dónde se concentró por más tiempo.
Mientras Carla lo tocaba, Hugo se iba sintiendo mejor y con más ganas de devolverle el placer. Se levantó y empezó a besarla lentamente y tocar todo su cuerpo con cariño, pero también con avidez. Hicieron el amor intensamente, pero luego escucharon golpes en la puerta.
- OYE, HAGAN SILENCIO! No todo el mundo quiere escucharlos follar, joder! - Era Rafa, el hermano de Carla, que también vivía en aquél pequeño apartamento.
Obviamente, esa interrupción cortó el clima. Estaban hartos de no poder estar juntos y solos. Se miraron enfadados con la situación.
- Joder... - Reclamaba Hugo.
- No te rayes, eh? - Carla seguía besándole la espalda. - Ven aquí. - Ella intentó volver al rollo, pero otra vez les molestaron.
- Carla! ¿No tienes una tirita? Me corté el dedo intentando cocinar.
- Mierda! - Ella se levantó y buscó el curativo para su hermano, ya sabiendo que la noche que había planeado estaba arruinada. - Aquí está. - Dijo claramente irritada y azotó la puerta mientras Rafa seguía hablándole algo.
Volvió a la cama con Hugo, pero él ya estaba durmiendo. Lo miró apenada, le acarició el pelo y le dió un besito de buenas noches. Ya pensaría en algo para levantarle el ánimo.
Carla era arquitecta y aunque le había costado mucho, tenía un buen trabajo. Su nuevo proyecto, sin embargo, le estaba quitando el sueño. Era un apartamento de una señora que no sabía qué quería. Todas las ideas de Carla eran duramente criticadas, y la chica ya estaba harta de aguantarla. Hoy, presentaría otra vez el proyecto, con todas las locas modificaciones que le habían pedido.
- ¡Esto es una mierda! ¡No fue lo que pedí! No hay espacio para mi perrita, este armario no puede estar aquí. - Decía la señora en alemán.
Carla era consciente de que sí la mujer le había pedido exactamente lo que le estaba entregando. "Lo que pasa es que eres una vieja de mierda que no tiene nada mejor que hacer que cagarme la vida", pensaba Carla.
- Mira, a lo mejor debo encargar el proyecto a otra oficina, ¡ya se me acabó la paciencia! Ya sabía que una española no sabría atender mis necesidades, al fin llegan vosotros a este país, roban los trabajos a alemanes, y encima nos hacen porquerías como esto! - Ella rasgó el papel con el diseño que Carla había laburado días y días.
- ¡Señora, por favor, no haga esto! - Carla intentó impedirlo, pero el papel ya estaba en pedacitos por el piso.
- No discutas con una cliente. - Le dijo su jefa, quién estaba presente en todo el momento. - Escuche Señora Weiner, esto no se repetirá, vamos a pasar el trabajo a otro de nuestros empleados.
- No! No pienso volver más aquí. Pasar bien.
La mujer se fué y Carla quedó parada, mirando a los restos mortales de su trabajo. Para hacerlo, había dejado a Hugo solo en sus pocos momentos libres y saber que no había servido de nada puso lágrimas en sus ojos. Además, la manera en la que le habló la clienta resonaba en su cabeza. El tono en el que había dicho la palabra "española" y dicho "porquería" a su laburo. La verdad que situaciones así no eran raras, y por más que no esperaba que las cosas fueran a ser de maravilla en Alemania, estaba comenzando a angustiarse.
- Estás llorando? Esto es el colmo! Perdimos una clienta muy importante, no llores, trabajes mejor para la próxima!
- No habrá próxima. Estoy dimitiendo, para mí ya basta. - Informó Carla y entonces sí se puso a llorar de verdad mientras recogía sus cosas.
Salió del edificio decidida a no volver. Todo lo que quería era un abrazo de Hugo, aunque estuviese oliendo a especias y grasa. Pero al pensarlo se dió cuenta de que el pobre ni siquiera tendría el tiempo de escucharla y contenerla con todo el trabajo que tenía encima. Tenían 27 y 28 años. A esa altura, esperaba que su vida fuera diferente, y que no tuviera que humillarse para trabajar con lo que le gustaba. Se sentó en un banco en la calle, con la caja con sus cosas en manos, y llamó a su mamá, que estaba en España, para desahogarse con ella.
Para Hugo, las cosas tampoco eran fáciles. Había pasado toda su juventud estudiando en las mejores universidades y, para su vida adulta, esperaba un buen trabajo y un poco más de tiempo para disfrutar la vida. Estuvo años con Nadia, su noviecita del colegio, pero pasaba tanto tiempo estudiando que no se dió cuenta que ya no la quería hasta conocer a Carla, pero ahora que estaba feliz en el amor, tampoco podía aprovecharlo.
Por la noche, planeaba hacer una sorpresa a Carla, como la que ella le había hecho. Pero recibió una Carla llorosa, triste y desempleada.
- Shhh, tranquila. Ya pasó, te prometo que vas a estar bien. - Le dijo mientras la abrazaba en la cama y le daba besitos en la mollera. Carla tenía la cabeza apoyada en su hombro y sentirlo abrazándola era un alivio.
- ¿Cómo voy a estar bien? ¡He hecho una locura! Tardé años en encontrar este trabajo y ya sabía que sería así cuando lo acepté, no tenía que haber dicho nada.
- No. No tienes que aguantar cualquier mierda, no te lo mereces. Tuviste huevos para hacer lo que hiciste, además ahora no hay vuelta atrás, vamos a pensar en el futuro.
- Vale, vale, el futuro. Mi futuro será sirviendo las mesas ahí abajo, o limpiando la cocina. - Dijo lloriqueando.
- No, no, eso no es cierto. - Hugo le cogió la cara y le dió un dulce besito en la boca.
Ambos pensaban la misma cosa, pero no se atrevían a decirlo. El sueño de triunfar en otro país había naufragado y la situación había alcanzado un límite.
- ¿Quieres volver conmigo a España? - Soltó ella de una vez.
- Quiero. - Respondió Hugo rápidamente, como si sólo la estuviera esperando, lo que no estaba lejos de la verdad.
- Entonces, vamos a volver a España! - Ella le sonrió con ternura.
- Vamos a volver a España!
Los dos rieron y celebraron juntos su decisión. No tardó para que sus besos se intensificaran y ellos continuaran lo que habían dejado la noche anterior.
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Mi Regalo Eres Tú
FanficCarla Herrera y Hugo Cifuentes son dos jóvenes españoles que se conocieron y se enamoraron en Berlín, Alemania. Su relación va muy bien, pero están cansados de dividir una minúscula habitación y trabajar sin parar para ganar poca plata. Ahora que es...