El ruido al lado suya le despertó. Pestañeo rápidamente y se sentó confundido. Miro el reloj frente suya, notando que eran las once la mañana, recordaba que era martes, por lo tanto su día libre.
Tomo su celular, el cual aún vibraba al recibir la llamada entrante y suspiro cansado.
—Buenos días, señor Han —apretó sus labios y cerró sus ojos, preparándose para escuchar el escarmiento de su jefe.
Oh Yo-han era guardaespaldas de un reconocido Idol surcoreano. Anteriormentr trabajaba para la policía de investigaciones de Seúl, sin embargo lo dieron de baja.
Al tener experiencia y haber asistido al ejército, fue contratado inmediatamente por el manager de aquel Idol.
—Oh Yo-han —la dulce voz al otro lado del teléfono le dió escalofríos al mayor —, me preguntó porque no has venido a trabajar hoy.
—Ah, es que... hoy es mi día de descanso —rasco la parte trasera de su cabeza y sonrió nervioso a pesar de que frente suya no había nadie.
—¿Quién te dijo que tenías un día libre? —a pesar de que seguía conservando su tono de voz tierno, el como se había expresado le dió náuseas.
—Su manager, señor Yeong.
—Yo soy tu jefe, no le hagas caso a él —Yo-han se levantó y se sacó la ropa interior —. Ya tengo tu dirección, estaré en diez minutos.
La llamada colgó, y entro a bañarse aún preguntándose cómo es que él tenía su dirección, siendo que él contrato había sido con el manager.
Salió a los dos minutos, se seco como pudo, aún dejando su cuerpo húmedo, puso su ropa interior, y su traje barato que ya estaba trayendo fallas en la costura.
Se puso su camisa blanca y su corbata negra, para luego ponerse su chaqueta a juego. Agarro sus pertenencias, las puso en sus bolsillos y tomo una manzana verde de la frutera.
Se perfumo, y cuando estuvo a punto de ponerse los zapatos, se olvidó de ponerse su desodorante corporal, por lo que corrió al baño, se desabotonó y se puso el producto.
Aprovecho de lavarse los dientes, sintiendo el pésimo aliento que tenía, y prácticamente corrió poniéndose sus zapatos.
Salió al ascensor, presionando el botón, notando en ese momento que estaba descompuesto.
Quiso arrancarse los pelos de su cabeza, y corrió hacia las escaleras. Sin embargo, cuando estaba casi llegando, un chico salió de la puerta continúa a las escaleras, chocando con él.
Le tomo de los hombros, evitando que ambos cayeran. Le miró asombrado y el chico se había sorprendido también.
Se fijó bastante en su rostro, traía lentes redondos, su cabello estaba ordenado, y su mandíbula era cuadrada.