Uno.

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Era ella, estaba seguro.

Era esa chica que usaba lentes morados en la primaria.  Era esa chica que le encantaba usar dos coletas. Era esa chica, que su único amigo había sido yo.

Era esa chica que hace diez años se había ido porque sufría de Bullying.

Dios mío, qué cambiada estaba.

Su cabello le llegaba un poco más abajo de los hombros y sus delicadas manos se apoyaban sobre el manubrio de su bicicleta.

Llevaba unas zapatillas lila, unos jeans negros apitillados y una camiseta azul deportiva de manga larga.

Se notaba desde lejos con su rosado casco fluorescente.

Se notaba distraída, sumida en sus pensamientos y miraba hacia el lugar de las cosechas con la bolsa de pan en sus manos.

Se volteó a verme y quedó pálida como el papel.

Sus ojos oscuros se abrieron desmesuradamente en señal de sorpresa y apretó el manubrio con fuerza.

-Ho-Hola-logró articular luego de un momento.

-Mía-le dije a modo de saludo- ¿Cómo estás?

-Bien, muy bien-dijo algo... ¿nerviosa?- ¿Y tú?

-Perfectamente -contesté sonriente-Hace mucho que no nos vemos.

-Lo sé... han pasado... ¿Diez años?

-Eso creo. ¿En dónde vives ahora?

-¿Qué?- dijo incrédula- ¿Cómo sé que en estos diez años, en los que no hemos tenido contacto alguno, no te has convertido en pedófilo o algo así?

La miré con una sonrisa divertida mientras ella me daba todo un sermón sobre la pedofilia y sus riesgos.

-Mía-la interrumpí- ¿De verdad crees que yo, Andrew, el tipo más inocente del mundo, sería un pedófilo y vendría por ti?

-Es muy probable- dijo ella desconfiada.

-Sí, claro- contesté incrédulo -¿Si nos viéramos aquí todos los días y retomáramos nuestra amistad, volverías a confiar en mí?

-Pues claro.

-Bien entonces, nos vemos mañana. Fue un gusto volver a verte, Mía.

Le di un beso en la mejilla a lo que ella respondió ruborizándose.

-Adios- susurró ella antes de subirse en su bicicleta y partir.

-Dios mío, es hermosa.- se me escapó de mis labios.

Sonreí antes de subirme a mi bicicleta e ir camino a buscar el pan que me había mandado mi madre a comprar.

-Hijo, ¿Por qué llegas tan tarde?- me regañaba mi madre.

-No es de tu incumbencia- respondí a regañadientes.

-Sabes que esto no quedará así, jovencito.

Hice una mueca de disgusto y subí a mi cuarto.

¿Por qué no quería que ella supiera que había vuelto a ver a Mía?

No sé, tal vez estaba volviéndome loco.

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-Andrew, ¡Ayúdame!

Esa voz me había sacado de mis pensamientos.

Corrí hacia donde estaba esa preciosa chica de lentes morados.

Estaba tirada en el piso llorando mientras Chuck la golpeaba con fuerza.

-No le hagas nada -le advertí.

No tuvo tiempo de mirarme incrédulo porque lo golpeé tan fuerte que cayó al piso.

Le ofrecí una mano a Mía.

Ella, para mi sorpresa, me abrazó.

-Gracias- susurró.

La estreché entre mis brazos.

Desperté de golpe.

Mía. Esa chica me tenía vuelto loco y sólo la había visto una vez.


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⏰ Última actualización: May 26, 2015 ⏰

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