Nuevo comienzo

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Hubo un tiempo en el que creí, que las personas eran buenas o eran malas.

Cuando fui adolescente, cometí el error imperdonable de lastimar a alguien en un arranque, uno de esos, donde te enceguecen de la rabia y se te nubla la vista, donde tu moralidad se esconde y donde en segundos logras terminar con tu vida.

Termine en la cárcel, donde pase como se dice, las mil y una, donde llore, grite, me enoje, me deprimí, me dormí con la nostalgia y las ganas de terminar con mi vida, pues había arrastrado conmigo a personas que me querían, de ahí que sacaba fuerzas para despertar, por ellos, porque yo sentía que no valía. Que era una mala persona.

Pase tres interminables años, la persona que jamás me abandonó, fue mi pareja, los dos luchamos juntos por sacar adelante el amor que por poco arruinaba, el también pasó por terribles cosas y a pesar de eso, seguía sosteniendo mi mano con amor, sinceramente eso era lo que más me dolía.

Yo fui quien lastimó a una persona, no él.

Entre el tiempo que parecía nunca terminar y las heridas que seguían surgiendo, quede embarazada, fue algo agridulce, no creía merecerlo, fue tan hermoso, especial, saber que crecería vida en mí, que mi mundo entero giro en esa esperanza.

Con él, me dieron el arresto domiciliario cuando cumplí los ocho meses de embarazo, justo cuando creía que no tendríamos la oportunidad de verlo nacer con mi pareja afuera.

Cuando ya no podía verme los pies por lo panzona que estaba, me dijeron que volvería a casa.

Lloré durante todo el camino, lloré cuando lo abracé en la puerta de casa y lloré cuando comíamos juntos en la mesa, me dormí llorando por el calor de sus manos alrededor de la pancita. Quizás era porque en esa época uno está más sensible, pero creo que en realidad era porque rebosaba en felicidad y solo podía llorar de alegría.

Nació mi bebe y tenía miedo de como saldría, hasta el último minuto, fueron muchos meses de penuria y tristeza, también miedo que fui sintiendo durante casi todo el embarazo, pero otra vez me equivocaba, salió sanito, hermoso, gordito, lo más lindo que mi vida había logrado. Cómo era posible que Dios me haya regalado algo así, no lo merecía.

Creció, creció rodeado de amor, con mi pareja y conmigo.

Yo seguía con el arresto domiciliario, así que todavía tenía cierta tristeza por no poder salir, salir a un parque con mi hijo de dos años, al médico, a la casa de su abuela, a la casa de algún primito, era algo que no tenía permitido, ni siquiera podía salir a la vereda de casa, pero seguía agradecida de poder estar con mi familia. Creía que toda esa pesadilla había terminado.

Un día, mi pareja se fue a buscarlo a mi bebe al jardín maternal que quedaba a dos cuadras, lo dejábamos ahí, porque él trabajaba y para que mi bebe de 3 años, este con otros niños, los horarios eran buenos porque él podía buscarlo cuando salía de trabajar, yo no podía buscarlo ni llevarlo, las visitas a mi domicilio para verificar que estuviera eran a azar y en cualquier momento.

Estaba limpiando, justo estaba en ese momento lavando algunos platos. Pasaron solo 5 minutos cuando se escuchó un disparo.

Los gritos me pusieron alerta, corrí hacia afuera, con el corazón en la boca como si se me fuera a salir de la boca, mirando la dirección de los gritos, lo primero que pensé es, (no es el), luego mire la dirección por donde tenía que ir y no estaba, seguramente ya estaría en el jardín.

El chico que estaba tirado al lado de una bicicleta a unos 15 metros, gritaba por ayuda.

- ¡AYUDENME, AYUDENME, QUE VAN A VOLVER! Gritaba, se arrastraba en el suelo.

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⏰ Última actualización: Mar 15, 2023 ⏰

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