Osamu's Secret

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Cada momento de su infancia lo había advertido, poco a poco, para cuando llegara la hora de enfrentar esta terrible situación frente a sus ojos.
Osamu y él llevaban muchísimo tiempo sin verse pero jamás creyó que llegaría el momento de la separación definitiva. Sus carreras los habían llevado por caminos distintos y mientras él escalaba como jugador profesional de volleyball, su hermano había preferido quedarse en ese patético pueblo a desarrollar sus habilidades culinarias con la receta milenaria de onigiris de su abuela.

Siempre fueron un problema para cualquiera que estuviera cerca puesto que no faltaba que uno mire mal al otro o se hayan despertado con menos paciencia que la usual para convertir el entorno en una pelea campal entre gemelos pero nada se comparaba a la pelea que tuvieron cuando Osamu juntó la valentía suficiente para decirle la verdad.
Aún podía recordar su voz apartada en el tiempo, cuando aún cursaban secundaria y sabía que por más que fuera insoportable siempre iba a tener a Samu para calmar su soledad pero como si fuera ayer, sus palabras resonaban en su cabeza. La forma en que se atrasó cuando volvían a casa, a solas, apretando sus nudillos al punto de volverlos blancos.

— ¿Qué carajo haces, Samu? Si te quedas atrás, me como tu porción de helado.

Pero el temblor de su voz al responder y lo que esto significaba, incluso si sabía que ese día llegaría a pesar de negarse constantemente a afrontarlo, fue lo que heló la sangre.

Yo... No te seguiré, Tsumu.

Habían pasado toda su vida juntos como pegados a la cadera, molestándose con sinceridad y amigándose de inmediato porque sabían que eran ellos contra el mundo.
La ley de hielo fue inmensa después de gritos, excusas y verdades hirientes. Su relación nunca fue la misma...
Se arrepintió de subestimar los propios deseos de su hermano y tratarlo de inferior sólo por querer una vida distinta. Fueron a universidades diferentes y, a pesar de mensajear cada tanto, sabía que Osamu estaba teniendo una experiencia maravillosa mientras él, en cambio... Él sólo extrañaba tenerlo cerca, conversar de todo y nada al mismo tiempo, rozar su mano al caminar sabiendo lo mal que los verían si entrelazaban sus dedos como las verdaderas parejas solían hacer, las miradas intensas bajo las sábanas compartidas y todo lo que sucedía después...

Cuando la temporada terminó no tuvo mejor idea que hacerle una visita a la casa de su infancia, con el corazón en la garganta preguntándose cómo Osamu tomaría su regreso repentino.
Su parte más ilusionada y ególatra esperaba que Osamu recite una y otra vez cuan mierda había sido su vida sin él a su lado, sólo para sentirse mejor consigo mismo al saber que era el único que se tomaba una buena parte de la noche para rememorar el pasado a su lado pero bien sabía que su gemelo no era así...
Lo recibió con ojos bien abiertos y labios dubitativos, soltando las compras en sus manos y dando pasos inseguros para estrecharlo en un abrazo a medias.
En un inicio pareció ansioso, como si su presencia estuviera cagando planes programados desde mucho antes. Su actuar era raro, misterioso o incluso receloso.

Trató de investigar al respecto porque una voz asustadiza en su mente le cantaba la posibilidad que Osamu hubiera hallado, en estos años lejos, alguien que lo suplante pero su hermano hallaba la forma de desviar su atención de manera tan tentadora que las dudas se olvidaban... Al menos de forma momentánea.

Las noches pasaban y, mientras el pueblo se hallaba sumido en un temor constante por la sombra que acechaba robando a sus niños de la calle, él no podía abandonar el miedo, el temor de ser un juguete, de ser insignificante en la vida de la persona que más amaba incluso si habían estado separados durante tanto tiempo... Todo empeoró cuando la insistencia de Osamu por mantenerlo lejos del sótano que usaba como despensa, incluso cuando se le antojaba un tentempié nocturno, no hacía más que despertar su curiosidad... Y eso tendría en común con aquel famoso gato.

Bajó aprovechando su ausencia. La forma errática en la que había estado actuando, con súbitas explosiones de ira y momentos en que sus ojos cambiaban observando con temor a la nada, sin saber qué pasaba por su cabeza llamaban notoriamente su atención. Osamu siempre había sido algo raro pero ahora... Estaba tan extraño que de a ratos casi no lo reconocía.
Incluso cuando se unían en uno solo, a veces era suave y casi rogaba con los toques su atención pero en otros era brusco y veloz, sujetándolo con fuerza al punto de dejarle marcas.

La despensa estaba levemente oscura y fría, la puerta era pesada, de aquellas que se usaba para insonorizar. Una parte de su cuerpo le exigía salir de allí, entender que los asuntos de su hermano eran privados y aceptar que disfrutaron este tiempo juntos como pudieron.
Estiró su mano, pensando que quizá podía subir y adelantar el almuerzo pero-... No. Debía continuar, quitarse la duda de una vez.

Empujó un poco la puerta y lo vió, aquel niño cuyo rostro estaba empapelado por toda la ciudad en los carteles de desaparecidos y de quien los diarios locales no dejaban de hablar: Yamaguchi Tadashi.

— Mierda —dejó salir, mientras el muchacho se levantaba de golpe, sorprendido de verlo pero atemorizado. — Yo sabía que algo ocultaba pero esto-...

Las palabras simplemente salían de su boca, esa maldita verborragia.

— No te me acerques —pidió con mirada fiera, haciéndose hacia atrás.

Era tan pequeño... ¿Acaso llegaba a los 13?

— Tranquilo, eh-...

Pero una pesada mano cayó sobre su hombro y cuando volteó, la mirada de Osamu era la más sincera que había visto en semanas.
Le estaba dando la opción, reprocha y eres historia o quédate y únete a mí.
Lo meditó un medio segundo, encantado por el gris de sus ojos.

— ¿Y? ¿Cuál es tu respuesta, Tsumu?

Parpadeó, sonriendo con suavidad y tomando la mano de su par.

— Ya sabes, nada de asesinatos antes del almuerzo, es de malos modales.

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⏰ Última actualización: Mar 16, 2023 ⏰

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